Sobre la crisis del coronavirus y sus respuestas

La que parecía una tregua política y social en España al declarar el Gobierno el estado de alarma ha saltado por los aires estos últimos días. Después de una semana de confinamiento se han caldeado los ánimos y han empezado a surgir los bulos, la información partidista sesgada y la desinformación, en particular en las redes sociales. Me temo, sin embargo, que faltan perspectivas y referentes, así como información contrastada para realizar un análisis serio.

A mi juicio la valoración de la reacción del gobierno a la crisis del coronavirus ha de basarse en la respuesta a las tres preguntas siguientes: 1. ¿Cómo ha reaccionado el Gobierno español a la hora de frenar la expansión del virus en comparación con la reacción de los gobiernos de otros países, en particular occidentales o europeos? 2. ¿Cómo habría reaccionado otro Gobierno de otro signo político? 3. ¿Las medidas económicas adoptadas son las más adecuadas?

Para hacer una valoración justa de estas medidas, tendrán que pasar meses y probablemente años. Estamos ante una situación insólita, solamente comparable en gravedad a las dos guerras mundiales y a las dos grandes crisis económicas, pero a la vez única. Nunca en la historia moderna la economía mundial se ha detenido de forma tan brusca y sincronizada, con todas las consecuencias que eso acarreará. Todas las medidas que se toman estos días se hacen a oscuras, sin precedentes a los que agarrarse y sin saber las consecuencias. Solo con el paso del tiempo, y cuando surjan estudios y análisis comparativos exhaustivos, así como comisiones de investigación independientes, seremos capaces de distinguir si las respuestas a estas crisis fueron las adecuadas.

1.

Con respecto a la primera pregunta, empecemos por poner la respuesta de España en perspectiva. Por razones de espacio, no hablaré de las medidas en los países asiáticos. Corea del Sur y Taiwán han sido los dos países con más éxito en contener el coronavirus, y merecen un análisis aparte. En Europa, sin embargo, y también Estados Unidos, gobiernos de diversas ideologías políticas han respondido tarde a la emergencia. Italia es el único gobierno cuya tardanza es más comprensible por haber sido el primero en enfrentarse a la emergencia. Teniendo en cuenta el ejemplo de la grave evolución de la situación en Italia, los demás gobiernos tendrían que haber reaccionado con más premura.

Comparemos las medidas de cuarenta que se han puesto en marcha las economías más importantes de la UE para frenar el avance del virus. Italia impuso su cuarentena nacional el 9 de marzo. En ese momento, tenía 9.172 casos confirmados y 463 fallecidos. España lo impuso el 14 de marzo, con 6.391 casos y 195 muertos. Francia la anunció el día 16 de marzo con 6.698 casos y 148 muertos. Alemania, con más de 22.000 casos, pero menor mortalidad, todavía no ha impuesto a día de hoy una medida general de cuarentena nacional, aunque sí ha cerrado lugares públicos.

Los casos de Reino Unido y Estados Unidos han sido polémicos por su inmovilismo. El primer ministro británico Boris Johnson anunció el jueves 12 de marzo, cuando los casos ya se descontrolaban en España e Italia, que no tomarían ninguna medida por el momento, confiando en que una dinámica de “contagio controlado” llevaría a una “inmunidad de grupo”. Tras una oleada de críticas de científicos, y al salir un informe de epidemiólogos del prestigioso Imperial College of London advirtiendo de que la estrategia conllevaría 260.000 muertos en el Reino Unido, Johnson rectificó unos días más tarde. El lunes 16 pidió a los ciudadanos que respetasen el distanciamiento social; el viernes 20 de marzo anunció el Gobierno que cerraba bares, restaurantes y gimnasios; y ya el lunes 23 de marzo anunció medidas de cuarentena nacional, cuando las estadísticas marcaban ya 335 muertos.

En Estados Unidos, Trump, con su retórica habitual, negó durante semanas que la pandemia fuese una realidad, llegando a afirmar que era un bulo de los demócratas para ganar las elecciones presidenciales. Dos escándalos han sacudido la respuesta de Estados Unidos. El primero es que la administración Trump desmanteló en 2018 una agencia dedicada al control de pandemias. El segundo fue que el gobierno estadounidense rechazó el kit de pruebas de la OMS, y se empeñó en utilizar uno made in USA, que resultó tener un fallo de fabricación e impidió hacer un número elevado de pruebas durante varios días. A fecha de 19 de marzo, Estados Unidos no había superado el umbral de las 40.000 pruebas, una ratio de 2 pruebas por millón de habitantes. En comparación, Italia y Alemania, superan la ratio de 3.000 por millón de habitantes, y Corea, el ejemplo a seguir, roza los 6000. Es cierto que España a 15 de marzo efectuaba 642 pruebas por millón de habitantes, una ratio demasiado baja.

Aunque España fue relativamente rápida en aplicar medidas de cuarentena a nivel nacional, en retrospectiva, y vista la magnitud del problema, es fácil darse cuenta de que fue un grave error no responder antes y empezar a cancelar eventos y aplicar medidas de distanciamiento social ya a principios de marzo. También es preciso un análisis más exhaustivo de las medidas tomadas por todos los países a lo largo del mes de febrero.

II.

La segunda pregunta – ¿cómo habría reaccionado un gobierno de otro signo político en España? – es una pregunta a la que nunca se podrá responder con certeza. Pero a la luz de los acontecimientos y decisiones en los demás países del mundo, es muy probable que un gobierno de diferente signo político hubiera actuado de forma bastante similar.

El gran dilema al que se han enfrentado las economías es que para frenar la progresión del virus y salvar vidas, es necesario parar la economía de un país. Eso conlleva un altísimo precio, y precisamente por eso todos los gobiernos que han tenido que tomar la decisión han tardado tiempo en reaccionar, han tenido dudas y finalmente han tenido que decidir por cuánto tiempo y hasta qué punto confinar a la población y parar la economía. 

Casi todas han sido medidas ad hoc, es decir, reactivas ante los acontecimientos diarios. Es relativamente fácil hacer juicios de valor a posteriori, pero hay que valorar también la realidad del momento y del contexto en el que hubo que adoptar las decisiones.

III.

Sobre la tercera pregunta – ¿son las medidas económicas que se han tomado las adecuadas? – conviene dejar de lado las cuestiones científicas y epidemiológicas y centrarse en las respuestas económicas y políticas que han acompañado a las respuestas sanitarias.

Si bien es cierto que las respuestas de los gobiernos han sido lentas, el contexto mundial en el que ocurre la toma de decisiones también importa. Las reglas del juego de la economía y de algunas instituciones internacionales han retrasado las respuestas de los gobiernos a la espera de una coordinación y cooperación internacional que está tardando en llegar.

Hay que evaluar tanto las respuestas y su rapidez, como el contexto general en el que tienen lugar, y determinados aspectos de esta pandemia son interesantes para evaluar el contexto en el que se está desarrollando.

El primero es que la sanidad general es una cuestión pública por naturaleza. Combatir una pandemia, es por definición, combatir un problema de sanidad pública, que requiere medidas públicas por parte de los Estados. Es más, el sistema de sanidad privada es en estos casos un lastre para la eficiencia de dicha respuesta: la prensa de EE.UU ha informado de cómo gente con síntomas y sin seguro médico privado no se hace las pruebas por no poder costearse los casi 3000 dólares que costaban hasta que el gobierno decidió hacerlas gratuitamente. Es un ejemplo claro de cómo la sanidad privada incentiva un comportamiento individual que repercute negativamente en la salud de toda la sociedad.

Los que critican hoy las respuestas del Gobierno de España obvian que la alternativa política es la que ha ido recortando la sanidad pública durante años. Los recortes y las privatizaciones han dejado a los hospitales con menos recursos y menos camas. España tiene 3 camas de hospital por 1000 habitantes. En comparación, Alemania tiene 8,3, Francia 6,5 e Italia 3,4, con Inglaterra y Estados Unidos incluso por debajo de España. A estos datos hay que sumarle la pérdida de miles de puestos de trabajo y de camas en la sanidad pública española desde el año 2011, y el estancamiento del gasto sanitario público, que lleva una década sin alcanzar el 7% del PIB recomendado en los países avanzados por diversas organizaciones internacionales.

El segundo aspecto es que las medidas para paliar la crisis económica que conllevará el parón de las economías son marcadamente progresistas. Políticos y economistas de todos los colores políticos piden que sean los gobiernos los que hagan frente a esta situación, sacando músculo económico para encajar el choque y la artillería pesada para calmar a los mercados, pero sobre todo para proteger a los ciudadanos y las empresas.

Por poner un ejemplo significativo, ahora que toda una generación de españoles se está familiarizando con el concepto de ERTE: ¿qué es el ERTE sino la garantía por parte del Estado de que se hará cargo del sueldo de los trabajadores, para protegerlos a ellos y no hundir a las empresas? Incluso los políticos y economistas neoliberales más defensores de un rol mínimo del Estado y de la autorregulación ahora piden y defienden una acción prácticamente ilimitada del Estado.

Incluso en países como Inglaterra, gobernados por los conservadores, y Estados Unidos, con una mayoría republicana en el Senado y un presidente republicano, han tenido que emplear medidas de choque para paliar el impacto económico. El Gobierno de Johnson ha prometido pagar el 80% de los sueldos de los trabajadores que vean su empleo suspendido en las próximas semanas; Trump y los republicanos en el Senado han propuesto una paga de 1.200 dólares por parte del Gobierno a todos los americanos confinados en sus casas. Es lo que viene a ser una renta básica universal durante estos meses de confinamiento.

La respuesta del Gobierno de España ha sido similar a la de los demás países europeos: el Gobierno ha flexibilizado el mecanismo de los ERTEs, facilitando que los trabajadores no pierdan meses de paro; ha suspendido el techo de gasto de los ayuntamientos, permitiendo que estos utilicen sus superávits para paliar la crisis; ha aprobado una moratoria sobre el pago de hipotecas; ha avalado préstamos bancarios a empresas para que el crédito no se seque. Si acaso, se podría criticar que no hayan tomado todavía incluso medidas más progresistas y necesarias, como por ejemplo una moratoria en el pago de alquileres a grandes propietarios o una renta básica. A la hora de terminar este artículo, el gobierno lo estaba debatiendo.

También conviene recordar que estas decisiones implican un déficit público enorme, y que con el mecanismo de estabilidad presupuestaria de la Unión Europea, los países no pueden incurrir en déficits que superen el 3% del PIB sin exponerse a multas financieras. Hasta que la Comisión Europea no dejó entrever la suspensión del mecanismo, la mayoría de los Gobiernos fueron reticentes a la hora de tomas medidas drásticas. Por otra parte, el hecho de compartir una moneda única y un Banco Central con los demás países de la Eurozona implica que hace falta un alto grado de coordinación con los demás países y el Banco Central para evitar una crisis de deuda cuando acabe la pandemia. De ahí las negociaciones y declaraciones de los líderes europeos en los últimos días, así como los retrasos que eso implica en las respuestas políticas

En definitiva, la pandemia está demostrando que para lidiar con la crisis económica que acompañará a la sanitaria, los gobiernos están tomando, y tendrán que seguir haciéndolo, decisiones concertadas y marcadamente progresistas. Muchas de las premisas del neoliberalismo más extremo se han visto desautorizadas tanto en lo económico como en lo social. Sirva como ejemplo que en España e Italia, el cambio de paradigma en la actuación colectiva fue cuando la mayoría de la población tomó conciencia de que muchas de las medidas de confinamiento se tomaban no solo para proteger al individuo aisladamente sino también para proteger a toda la sociedad en su conjunto.

Ojalá este artículo sirva para hacer reflexionar y darnos cuenta de que esta pandemia es una cuestión de Estado, de Estados incluso, y que mantener una sociedad unida y solidaria es fundamental para salir adelante. No se va a ganar nada con cálculos partidistas o juzgando con frivolidad la respuesta a esta crisis histórica sin precedentes. Ganaremos todos y mucho, demostrando nuestra solidaridad, sobre todo con los que más la necesitan, pues la economía mundial se adentra irremisiblemente en terreno desconocido, y nadie sabe por cuánto tiempo.

No puedo sino sentir empatía hacia los líderes que se enfrentan a esta situación, sean del signo político que sean. Son personas que tienen que tomar decisiones difíciles que afectan a millones de sus conciudadanos. No debe ser fácil ser el responsable de un país y ver que miles de ciudadanos mueren, y millones se ven abocados a la precariedad como consecuencia de un parón obligatorio de la economía.

En conclusión, llegará el momento de analizar la respuesta política a la crisis del coronavirus y sus consecuencias a corto, medio y largo plazo en todos los frentes: económico, sanitario, social, psicológico, etc. y extraer lecciones. Quizá entonces se llegue a la conclusión de que los gobiernos hubieran tenido que actuar con más premura. Es fácil a posteriori ver que hubiera habido que tomar algunas medidas mucho antes, pero los gobiernos toman decisiones muy importantes que afectan a todos y cuyas consecuencias hay que sopesar antes de tomarlas. Creo de todas formas que la salida de esta crisis conllevará medidas políticas y económicas resueltamente progresistas y expansionistas y que solo la solidaridad y responsabilidad de todos frenará la expansión del virus y mitigará las consecuencias económicas de la crisis.

© Mario Cuenda García

Sobre los titiriteros

Este fin de semana hemos presenciado un hecho grave acaecido en Madrid: dos titiriteros han sido detenidos y enviados a prisión preventiva, acusados de apología del terrorismo por exhibir en un momento de su actuación una pancarta dónde estaba escrito “Gora Alka-ETA”. Se ha creado un revuelo mediático, institucional y jurídico, que a su vez ha conllevado un estado de confusión enorme entre la opinión pública y los actores institucionales. Poco a poco, se va aclarando lo ocurrido y con toda la información disponible, puedo afirmar con total seguridad que los titiriteros no deberían estar en prisión y me uno a las voces que piden su liberación inmediata.

Para empezar, hay que explicar en qué contexto surge la pancarta en la obra de teatro. Como se puede apreciar en un vídeo del diario CTXT, un policía la coloca al lado de una bruja detenida e inconsciente, se supone que en una caricatura denunciadora de la la manipulación policial. El personaje de la bruja no es anecdótico, ya que personifica la caza de brujas. Por último, la pancarta es un juego de palabras en vasco. “Viva ETA” se dice “Gora ETA”. “Gora Alka-ETA” significaría “Viva Al-QuaETA”, un juego de palabras que junta los dos grupos terroristas Al-Qaeda y ETA. Os invito a ver el vídeo, porque demuestra que la pancarta se coloca claramente en el contexto de la obra, y no es un mensaje explícito de apoyo a la banda terrorista.

Con esta sencilla explicación, queda claro que la acusación de apología del terrorismo está completamente infundada. No es una exaltación de la violencia armada, sino en todo caso una caricatura en el contexto de una representación teatral. Obviamente, surgen preguntas. ¿Era la obra apta para niños? Desde el Ayuntamiento de Madrid, han surgido respuestas contradictorias. Aunque lo fuese dudo mucho de que los niños entendiesen la escena. ¿Debió haberse representado la obra? Sí, parece ser que ya se hizo en Granada sin no hubo ningún incidente y prohibirla sería una afrenta a la libertad de expresión. ¿Hiere la sensibilidad de cierta gente? Puede ser. En tal caso el Ayuntamiento debía ser consciente de ello y actuar en consecuencia.

Hay varias cuestiones que deben ser discutidas, como por ejemplo la sobreactuación de la justicia y los límites de lo ‘políticamente correcto’. Soy un ferviente defensor de las leyes que prohíben el enaltecimiento del terrorismo y del fascismo. Sin embargo, en algunos sitios parece confundirse la prohibición del enaltecimiento con la prohibición de cualquier tipo de mención al tema. ¿Habría reaccionado la justicia igual de haber sido una obra para adultos en un teatro privado? No lo creo. Es cierto que la línea entre la sátira, la caricatura y la broma de mal gusto puede ser muy fina, pero detener y enviar a prisión preventiva a dos titiriteros por una escena de su espectáculo es una respuesta completamente desmesurada, indigna de un estado de derecho y más propia de una dictadura. Además, una obra de guiñoles, y cualquier otra obra de teatro, escrita, cinematográfica que enaltezca implícitamente o explícitamente el terrorismo debe ser permitida en el marco del derecho a la libertad de expresión. Me asusta ver que en España no se haya respetado semejante derecho básico y se defienda su violación desde muchos sectores del espectro político.

Todo este revuelo contrasta por cierto con una situación similar que ha ocurrido este fin de semana en el carnaval de Alost, en Bélgica, donde unos comediantes locales se han disfrazado de los hermanos Abdeslam, responsables de los atentados terroristas que costaron la vida a 130 personas en Paris. Incluso utilizaron una furgoneta pintada donde se podía leer: “Hermanos Abdeslam, mudanzas París-Bruselas”. No parece que vayan a ser detenidos. Y admito que en este caso me parece una broma de mal gusto que puede haber ofendido a gente. Pero desde luego, no acabarán en la cárcel y nadie en su sano juicio pediría semejante condena.

Concluyendo este post, creo que ya con más tranquilidad, queda fuera de duda que los titiriteros no buscaban hacer apología del terrorismo. Por ello, me uno a las voces que reclaman su libertad. Pido también que seamos sensatos a la hora de hablar del terrorismo. España ha sufrido la lacra del terrorismo durante más de 40 años y las heridas aún no se han cerrado. Queda por finalizar el proceso de desarme. Hay que abordar procesos de reconciliación. Han de discutirse compensaciones. Hay procesos jurídicos que permanecen abiertos. La lista sigue. Cuando se discute sobre terrorismo estos han de ser entre muchos otros los temas políticos en el centro del debate, y no una pancarta satírica exhibida por dos comediantes en un carnaval de barrio. Volvamos a una política seria que trate de temas importantes y deje de lado polémicas estériles que jamás deberían haberse iniciado.

© Mario Cuenda García

Hablemos de política

He dejado atrás la cuesta de enero, tras acabar y entregar un largo trabajo que ha ocupado mis horas y que ha tenido impactos diametralmente opuestos en mi seguimiento de la situación política actual en España. El primer aspecto es negativo: no he podido seguir al detalle todo lo ocurrido estas últimas dos semanas. Me he tenido que conformar con titulares, tweets, publicaciones en Facebook de cuñaos o noticias superficiales y generalmente tendenciosas, que no he podido contrastar con otras fuentes como a mí me gusta. El segundo es positivo: puedo ahora escribir un billete con más información y calma, y cierta visión de conjunto. En mi primer post de política española del año, hablaré de grupos parlamentarios, de casta y de pactos.

Los grupos parlamentarios

La polémica de los grupos parlamentarios es un reflejo de lo que es la política en España: mucho ruido y pocas nueces. Habiendo leído por encima el reglamento del Congreso, interpreto que Podemos y las confluencias no tenían derecho a cuatro grupos separados: las diferentes confluencias debían haberse enfrentado electoralmente a Podemos, lo cual no ocurrió. Es un simple matiz, pero en este caso la regla es clara y hasta que no se cambie, hay que jugar con ello. Es una pena que la decisión de no autorizar grupo parlamentario haya desembocado en la ruptura con Compromís. Compromís no es un adversario, sino un aliado y estoy férreamente convencido que las confluencias con las diferentes fuerzas progresistas a nivel regional son formulas ganadoras y positivas a la hora de resolver determinados problemas políticos.

Por otra parte, la polémica de los grupos parlamentarios se inscribe en el marco de un proceso ‘destituyente’ que no logra convertirse en constituyente aún.  Dentro de España han surgido voces, que con mayor o menor fuerza, urgen a la revisión de la estructura territorial; yo como extremeño me uno a esa llamada. Es necesaria la formación de un equilibrio político entre fuerzas ‘nacionales’ y fuerzas ‘regionales’ que favorezcan el pluralismo político y la descentralización del poder. La combinación de un enfoque nacional y otro más local, con diputados defendiendo a la vez los intereses nacionales y regionales (cosa que hasta ahora no ocurría en el Congreso), permitirá un avance más igualitario y positivo de la economía española. La descentralización del poder permitirá mayor atención a las necesidades regionales. Así, la creación de un grupo parlamentario ‘confederal’, me parece un primer avance en esta dirección. Si además el grupo mantiene una dinámica asamblearia y rotativa será un gran acierto político. A nivel nacional, muy seguramente sea Pablo Iglesias quién hable, pero esperemos ver a los diputados de las diferentes autonomías intervenir de forma activa, evitando así un liderazgo monopolístico.

La casta

Mi segundo punto viene a recordar una palabra que tanto se usó hace dos años y que hoy está un poco olvidada: la casta (salvo el cuñao, el cuñao todavía se acuerda). Casta, establishment, el IBEX, cada uno lo llama como quiera. Mi punto aquí es que siempre que un evento político de magnitud se acerca, como es en este caso la formación de un gobierno, la casta redobla en sus ataques a determinadas fuerzas políticas. En apenas dos semanas hemos vistos descalificaciones personales (Celia Villalobos refiriéndose a las rastas de Alberto Rodríguez), mentiras y manipulaciones descaradas (la ‘exclusiva’ de Antena 3) y hasta amenazas de muerte directas (Jiménez Losantos) entre otras muchas cosas. Por suerte, la inmensa mayoría de ciudadanos españoles logra darse cuenta de las burdas manipulaciones que acaban desprestigiando más a quién las hace que a quién intenta desacreditar (Sólo unas pocas personas siguen ciegamente esta línea manipulativa. Sí lo habéis adivinado: ¡los cuñaos!)

Aparte de los ataques y las manipulaciones, la casta tiene una forma mucho más sutil y efectiva de defender sus intereses: la difusión de sus intereses a través de la prensa. Los editoriales de El Mundo piden la formación de una gran coalición PP-PSOE-Ciudadanos. Los editoriales de El País dejan entender claramente sus pocas simpatías por un gobierno compuesto en parte por Podemos. Su apuesta personal parece ser un gobierno del PSOE apoyado por Ciudadanos (al que de forma casi compulsiva siguen inflando en sus encuestas post-elecciones, hablando de Albert Rivera como líder más valorado). Suave pero lentamente, la prensa con sus editoriales y su lenguaje empuja a España hacia la gran coalición, bloqueando de facto cualquier alternativa social beneficiosa para el país

Un  aspecto importante de la política es ‘marcar la agenda’ (el agendasetting en inglés) y en ello, la prensa tiene un peso desproporcionado. El lenguaje utilizado y la forma en la que la se presentan las noticias influyen en el comportamiento de los políticos y de los ciudadanos. El ruido alrededor de los grupos parlamentarios es un ejemplo muy clarificador. Magnificado enormemente por la prensa, se han obviado decisiones políticas mucho más importantes. Otro ejemplo, es el del tratamiento mediático de las negociaciones. En el parlamento más fragmentado de nuestra historia, dónde todos los partidos saben que tienen que negociar, se ponen exigencias en unos procesos duros y rocosos. Las exigencias de ciertos partidos, que como en cualquier proceso de negociación son sujetas a cambios (y en las que generalmente se pide más de lo que se desea obtener), son calificadas por la prensa como ‘líneas rojas’. De esa forma, consiguen matar dos pájaros de un tiro: mantienen la sensación de intransigencia, y si luego esa exigencia es desechada, llueven las críticas al partido por no haber cumplido su palabra. Dada la composición del parlamento, ya no existen las ‘líneas rojas’, por mucho que la prensa hable de ello.

Los pactos

Tras un mes de tanteo, de faroles y de declaraciones, Pablo Iglesias fue el primero en poner una propuesta de pacto sobre la mesa el pasado viernes, con nombres, ministerios y demandas políticas (El cuñao alocado, con espumarajos en la boca, se rasga las vestiduras y grita: “¡Desastre! ¡Venezuela! ¡Aaargjj!”). En esta enorme partida de cartas en lo que se ha convertido la política español, Pablo Iglesias ha hecho el primer movimiento frente a un Rajoy apático y a un Pedro Sánchez con poco margen de maniobra debido a las tensiones con sus barones. Cabría esperar alguna respuesta, algún movimiento, pero el inmovilismo es total. Rajoy declina intentar la investidura y desde el PSOE, se dice que debe ser el PP quién intente la investidura primero, se dispara contra Podemos, hablando de ‘humillación’, de ‘chantaje’ y se anuncia que se va a negociar con Ciudadanos.

Algunos editoriales y artículos de opinión (algunos poco simpatizantes con Podemos) han calificado la jugada de Pablo Iglesias como un gesto inteligente. En teoría de juegos, hay un concepto llamado first-mover advantage: en determinadas negociaciones, hay una ventaja en ser el primero en ofrecer algo. Es posible que estemos ante semejante situación. Al ser Podemos el primer partido en hacer una oferta formal, la presión y la necesidad de debatir la propuesta pasa a otros partidos. Si la oferta prospera, Podemos entra en el gobierno y se constituye el gobierno más progresista al que se puede aspirar con la distribución de escaños actuales. Si el PSOE declina la oferta, o bien se coaliga con el PP y Ciudadanos o probablemente se llegue a nuevas elecciones. Ahí, el PSOE llegaría debilitado por las luchas internas y por el rechazo a la propuesta de Podemos, corriendo el riesgo de ser superado por su adversario. En todo caso, las ganancias potenciales de Podemos parecen superiores a las posibles pérdidas políticas.

¿Debe Podemos gobernar con el PSOE? El secretismo de la cúpula dirigente de Podemos choca con los principios fundacionales del movimiento, con el ‘espíritu del 15-M’ entre otras cosas. La propuesta ha tomado desprevenidos hasta a sus propios militantes, entre los cuales existe incertidumbre y división sobre la propuesta. No estarían de más asambleas para debatir esta propuesta de pacto. Desde aquí voy a exponer lo que yo creo son los puntos positivos y negativos de un posible pacto PSOE-Podemos. Por un lado, esta coalición sería el gobierno más progresista al que puede aspirar España ahora mismo dados los resultados de las elecciones. Cómo en Portugal un gobierno PSOE-Podemos podría implementar leyes que empiecen a aliviar la difícil situación económica y social. Por otro lado, como advierte Varoufakis, el problema es que no estaríamos ante un gobierno que se opusiese de forma frontal a la Troika y que por lo tanto, Podemos puede verse con las manos atadas a la hora de desplegar todo su potencial anti-austeridad, saliendo dañado de una hipotética experiencia de gobierno. Me consta, que el propio Pablo Iglesias sabe perfectamente esto, como dejó claro en una entrevista el año pasado.

¿Cómo funcionaría un gobierno PSOE-Podemos? En Portugal, el Partido Socialista, el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista han superado sus diferencias para formar gobierno. También es cierto que el Gobierno portugués no es ni mucho menos un gobierno férreamente anti-austeridad como lo fue el gobierno griego el año pasado, y que el Partido Socialista hace equilibrios entre las exigencias de la Troika y las exigencias sociales. Aun así, he aquí un apercibido de El País sobre las medidas tomadas desde hace 2 meses por el Gobierno Portugués:

“El Gobierno socialista ha repuesto cuatro días de festivos, ha aumentado el salario mínimo, repone salarios de los funcionarios que habían sido cortados, actualiza pensiones, complementa salarialmente a los trabajadores que reciben menos de 422 euros (medio millón de personas), implanta las 35 horas en los funcionarios públicos (a partir de octubre) y reduce el IVA de la restauración del 23% al 13% (a partir de julio).”

Así, tras dos días reflexionando sobre la conveniencia de entrar en el gobierno junto con el PSOE, mi apuesta personal es la de dar ese paso hacia adelante. Lo considero una decisión arriesgada dadas todas las advertencias y las diferentes variable. Sin embargo, la izquierda tiene varios problemas graves: uno de ellos que está más cómoda en la protesta y en la oposición que gobernando. Por primera vez desde la Segunda República existe la oportunidad en España de que una fuerza progresista y de izquierda radical entre en el gobierno con todas las responsabilidades positivas y negativas que eso conlleva. En 1931, el PSOE, entonces la fuerza más progresista en España,  entró con tres ministros en un gobierno republicano-burgués y logró defender los intereses obreros con fuerza desde su posición gubernamental. Hoy en día, Podemos puede entrar con igual o más fuerza en un gobierno con el que no comparte todas las ideas, pero en el que puede tener un impacto significativo. Seamos valientes y consecuentes con nuestros actos: no desaprovechemos la oportunidad de empezar a cambiar la situación de nuestro país.

Ahora bien, nos equivocaríamos si consideramos esto como la situación ideal. Si el PSOE y Podemos forman gobierno, existe el peligro de que la élite política fagocite lo que queda de movimiento radical y democrático en Podemos. Como dice un filósofo que admiro y respeto, sería un recambio de ‘élites políticas’; no en las políticas aplicadas pero sí en la forma de decisión y de interacción con la gente. Nos quedaríamos a la puerta del cambio exigido hace ya casi 5 años en el 15-M. La única forma de evitar que pasemos a una nueva élite es con una intensa actividad ciudadana y social, que ahora parece completamente desamortizada. Alternativamente, una situación mejor sería la llamada Sorpassokización, una mezcla de sorpasso (una expresión acuñada por IU en los años 90 que habla de la superación del PSOE por un partido de Izquierda Radical) y pasokización (el Partido Socialista de Grecia (PASOK) se hundió tras la crisis económica y su defensa de la austeridad, pasando a la irrelevancia y siendo superado por SYRIZA). Podemos se quedó a unos escasos 350 000 votos de conseguirlo y parece que podrían conseguirlo en unas hipotéticas futuras elecciones anticipadas.

No hablo de la situación catalana, ni de las consecuencias que ello tiene en la formación de gobierno. Me dejo muchísimas dudas, pensamientos y preguntas en el tintero: ¿Quiere Podemos que el PSOE acepte su oferta, o realmente lo hace para que implosione? ¿Qué va a ocurrir ahora dentro del PSOE? ¿Aceptarán la propuesta? ¿Se sentarán a negociar? ¿Está haciendo lo correcto Podemos? ¿Negociará el PSOE con Ciudadanos y/o PP? ¿Habrá elecciones otra vez? Ahora toca esperar y observar.

Me gustaría concluir este largo post con dos temas diferentes. Primero, es importante recordar  que el plano nacional en el que se están centrando las miradas es minoritario en el plano internacional. Y el plano económico internacional no es positivo: las bolsas y los mercados financieros, especialmente los asiáticos, mandan malos augurios. Los expertos parecen coincidir en que el capitalismo mundial se dirige hacia una nueva crisis. En un mundo que no se ha recuperado ni de lejos de la anterior, los potenciales efectos de una nueva crisis serán devastadores. (Y aquí, le recordaré al cuñao: el problema no es la dicotomía derecha/izquierda. Es el capitalismo, estúpido). Las últimas líneas van dedicadas a los Abogados de Atocha, asesinados hace 39 años por unos pistoleros de extrema derecha. En nuestro país, hubo gente que dio su vida para que vivamos libres y en democracia. Que jamás se nos olvide. En vuestra memoria, siempre os recordaremos.

P.S.: Si crees que me dejo un aspecto importante a la hora de analizar esta situación, ¡comunícamelo! Soy consciente de que me he dejado muchos aspectos atrás y estaré encantando de que me lo recuerdes, para tratarlo en otro post o actualizar este. ¡Gracias!

© Mario Cuenda García

Reflexiones navideñas sobre las elecciones

¡Feliz (ingober)Navi(li)dad! Así que era esto una crisis de régimen: una situación de aparente ingobernabilidad del Congreso de los Diputados. ¿Es grave doctor? En absoluto. Por primera vez habrá política de verdad en España. Habrá que debatir y negociar. He esperado un par de días para publicar este post. Dudo mucho que yo pueda añadir alguna información relevante, pero voy a intentarlo. He seguido muy por encima las propuestas de pactos, las declaraciones, los editoriales y las opiniones generales. Afortunadamente, vistos los debates en las redes sociales, tampoco hace falta informarse mucho, puesto que los ciudadanos españoles son todos grandes expertos en política, con conocimientos ideológicos, jurídicos y programáticos, que vislumbran los pactos antes que los propios actores políticos.

En un principio, cuando tocaba publicar este post, no quería hablar de posibles pactos, pero la situación se ha movido bastante más rápido de lo que esperaba en tres días. Por lo tanto, tocaré brevemente los posibles pactos y mi opinión sobre ellos. El resto es simplemente una serie de reflexiones.

  1. Los procesos políticos son lentos. No cabe lugar para la impaciencia en política. El refrán “Roma no se construyó en un día” toma hoy en día todo su valor. Hay que ser capaces de abstraerse de la situación actual y verla en un contexto histórico y político: estos resultados son un punto de inflexión en el largo proceso de transformación de la sociedad española. Se ha abierto un nuevo escenario y hay que trabajar con paciencia y constancia para crear el nuevo marco político y afianzarlo. Cuestión de decenas de años, muy probablemente.
  2. ¿Es posible que haya habido cuatro perdedores? El PP y el PSOE obtienen sus peores resultados históricos. Ciudadanos también se queda lejos del resultado que ellos esperaban. Podemos en mi opinión también sale perdedor de esta la noche electoral al no superar al PSOE. Si acaso se podría decir que ha conseguido una victoria agridulce; se ha quedado a 350 000 votos del PSOE pero a 21 escaños. Aun así, no están en posición decisiva para ofrecer un gobierno alternativo al del PP.
  3. Es una buena noticia que por primera vez entren en el Congreso un grueso número de fuerzas dispuestas a cambiar la ley electoral. No es posible que IU-UP, con más de 900 000 votos obtenga 2 escaños y Coalición Canaria, con poco más de 70 000 votos obtenga uno. En la provincia de Cáceres, Podemos con 13% no logra entrar en el Parlamento. Ha quedado más que claro que es una ley hecha a medida del bipartidismo y que ha de ser cambiada. Por cierto, si se pasase a una circunscripción única (algo que ciertos expertos barajan), los partidos nacionalistas se mantendrían prácticamente en los mismos niveles de representación. Deberían apoyar esta reivindicación.
  4. Ciudadanos, no me cansaré nunca de repetirlo, es la gran estafa de estas elecciones. Inflados descaradamente en las encuestas, ha quedado demostrado en las urnas que están lejos de suponer una alternativa. Además, llama fuertemente su cambio de estrategia y discurso en los últimos días. Hace apenas una semana, consideraban una traición ‘pactar con PP o PSOE’. Ayer, sin embargo pidieron un acuerdo a tres bandas entre PP, PSOE y Ciudadanos. Lo mejor, sin embargo, se vio la misma noche electoral. Fue el absoluto abandono de cualquier tipo de reclamación a la hora de pactar una abstención para investir al PP. La intolerancia contra la corrupción que bloqueó durante largos meses la investidura en Andalucía desapareció y sigue sin aparecer en el discurso de Ciudadanos a la hora de comprometerse a investir a Rajoy. En cuanto se supo el ganador, Rivera ha brindado su apoyo ciego al PP, mediante una abstención, sacrificando todo su discurso en aras de la ‘estabilidad’ (véase nota 7).
  5. Podemos, en cambio, no ha entrado en el parlamento para garantizar la mal llamada estabilidad, sino para representar los derechos de la gente. No esperamos renuncia al programa presentado como ya ha hecho Ciudadanos, sino total oposición a cualquier tipo de gobierno pro-austeridad. No habrá tampoco, como dicen algunos iluminados, apoyo ‘gratuito’ al PSOE, sin ningún compromiso. Si hace falta, se vuelve a las urnas.
  6. Confluencia, unidad, marea, llamadlo como queráis, pero es necesaria una solución al estancamiento actual de los procesos constituyentes. Urge que el aparato del PCE detrás del fracaso de la confluencia de un paso atrás, pero también la corriente más Laclauiana de Podemos supere su escepticismo. Es cierto que las relaciones se han tensado más de la cuenta durante la campaña electoral, debido a una campaña agresiva (e inútil) de IU. Sin embargo, hay activos en IU que son más que necesarios a este nuevo proyecto de país y sobre todo una militancia en ambos lados que es hermana. Muchos votantes han dudado a la hora de votar el pasado domingo. Esto es intolerable. Debemos ir juntos a las próximas elecciones, y el sorpasso que se ha conseguido en Galicia y Catalunya se hará realidad.
  7. Última reflexión y la más reciente: se prepara la “Grosse Koalition”. Admito que no pensé en semejante posibilidad (el PSOE sigue considerando al PP como un adversario directo) y menos tras el debate de Sánchez ron Rajoy. Sin embargo, en nombre de la estabilidad, un término carente de significado para las clases populares, parece que el sueño húmedo del IBEX35 puede hacerse realidad. Seamos sinceros: la palabra ‘estabilidad’ es sinónima de tranquilidad financiera para las grandes empresas del IBEX35 y los inversores extranjeros, pero suena hueca en los oídos de los ciudadanos. Si había alguna duda, Ciudadanos nos la borra de forma explícita con un tweet: “el IBEX pide a PP y PSOE que superen diferencias para pactar.” Por otro lado, la prensa, con sus editoriales y sus artículos de opinión, reclamando un pacto de estado, preparan el terreno para la gran coalición. Ciudadanos, a quien también incluyen en la coalición, también lo ha reclamado (tras decir hace una semana que no pactarían). Los barones socialistas con Susana Díaz a la cabeza están bastante por la labor con tal de no ceder ante cualquier reclamación por parte de los partidos independentistas. Y desde luego, el IBEX y los agentes europeos están encantados ante el escenario que se prepara en España. Curiosamente, el menos satisfecho por esta opción y el que más se opone a una gran coalición es el propio Pedro Sánchez.

Creo, como mucha gente, que visto la precedente falta de pactos, esta legislatura será corta. En un futuro probablemente lograremos mejores entendimientos, ya con más experiencia. No descartemos elecciones en 2016. ¡Feliz Navidad a todos!

© Mario Cuenda García

Explicación sobre el sistema electoral

¿Cómo demonios funciona nuestro sistema electoral? Todos hemos oído hablar de la ley d’Hondt, del voto útil o hemos escuchado a partidos denunciar el sistema electoral. Nos inundan las encuestas y las predicciones, pero nadie se ha molestado en explicarnos su funcionamiento. En Inglaterra es muy fácil. El partido que consigue la mayor cantidad de votos en una circunscripción obtiene el escaño único para el Parlamento. En España es un poco más complicado, pero en el billete de hoy, voy a proporcionar una explicación de cómo funciona nuestro sistema. El ejemplo es ficticio pero usa datos reales.

España está dividida en circunscripciones electorales y a cada circunscripción le corresponde un número de escaños en función de su población. Para explicar el funcionamiento del sistema, voy a escoger una circunscripción dónde cinco partidos obtuvieron escaños en las elecciones autonómicas de este año y proyectar esos mismos datos en un plano nacional. La circunscripción de Málaga, a la cual le corresponden 10 escaños al Congreso de los diputados, cumple este requisito. Podría coger los datos obtenidos para las elecciones generales del año 2011, pero pierden interés al no estar Podemos y Ciudadanos.

Así, imaginemos el escenario en el cual los cinco partidos más votados en la circunscripción de Málaga obtienen el mismo número de votos que en marzo para las elecciones de este domingo. El PSOE obtendría 202 302 votos, el PP 190 395 votos, Podemos 101 317 votos, Ciudadanos 79 119 votos e Izquierda Unida 49 502 votos.

La Ley d’Hondt es en el fondo terriblemente simple. Se basa en una serie de divisiones. Como vemos en la tabla de abajo, se divide el número de votos obtenidos por cada partido tantas veces como escaños corresponden a la circunscripción electoral. Empecemos: se divide la cifra del PSOE por uno (202 302 / 1=202 302). A continuación, se divide por dos (202 302 / 2 = 101151), por tres (202 302 / 3 = 67 434) y seguimos hasta dividir por diez (202 302 / 10 = 20 230). Se repite el mismo procedimiento para los demás partidos. Los resultados están en la tabla de abajo.

Tabla 1

Ahora, ¿qué hacer con estos datos? Muy simple: los 10 diez números más altos corresponden a los escaños que se otorgan. El número más alto es 202 302 y corresponde al PSOE, que se lleva un escaño. El segundo más alto es 190 395 y corresponde al PP que se lleva un escaño. El tercer más alto es 101 317 y corresponde a Podemos que se lleva un escaño. Los 10 números más altos están resaltados en amarillo en la tabla de abajo y cómo se puede ver, la repartición de escaños queda de la siguiente forma: 4 escaños para el PSOE, 3 escaños para el PP, 2 escaños para Podemos, 1 escaño para Ciudadanos y ningún escaño para IU. Si IU hubiese obtenido 1079 votos más, entonces hubiese podido obtener un escaño, al tener 50 576 votos, y estar así por encima de los 50 575 que otorgan el cuarto escaño al PSOE, que lo hubiese perdido.

Tabla 2

¿Qué pasaría si hubiese habido una coalición entre varios partidos, por ejemplo, Podemos e IU? Asumiendo que todos los votantes que los votaron por separado ahora los votan juntos,  sumamos los votos de los dos, obteniendo 150 819 votos. Repetimos la sucesión de divisiones para cada partido en la tercera tabla. En este caso, la repartición de escaños es exactamente la misma, pero la coalición se queda a 302 votos de igualar en escaños a PP y a PSOE (ya que este último pierde un escaño). Pero sobre todo, aumentan sus probabilidades de obtener más escaños, porque el número inicial que dividir es mayor.

Tabla 3

Podemos sacar una serie de conclusiones rápidas. Al PSOE le “cuesta” más o menos 50 000 votos obtener un escaño, mientras que a Ciudadanos le “cuesta” 80 000 votos. IU con casi 50 000 votos y un 7.37% del voto total, no obtiene absolutamente ningún escaño. Cincuenta mil personas se quedan sin representación. Esto explica por ejemplo que a nivel nacional, si IU obtiene un 5% del voto solo obtenga cuatro o cinco escaños, mientras que el PSOE con un 20%, es decir cuatro veces más, obtendría casi 90 escaños, dieciocho veces más. Por ello, aunque IU tenga un grandísimo apoyo popular repartido a lo largo del país, es muy probable que solo logre entrar en el Congreso en unas pocas comunidades.

Es una ley electoral hecha para favorecer a dos grandes partidos y por primera vez se verá ante la situación de una lucha entre cinco partidos. Entrar en el parlamento saldrá caro y es posible, como ha quedado demostrado, que partidos con un porcentaje del voto tan alto como el 7% se queden fuera. Desgraciadamente, la noción de voto “útil” sí existe en este caso, ya que la dispersión del voto entre muchos partidos favorece a los partidos mayoritarios, que ganan con la división d’Hondtiana (si se me permite la invención de semejante palabra). El sistema electoral necesita un cambio fundamental para favorecer la pluralidad partidista y democrática de nuestro parlamento en la próxima legislatura.

© Mario Cuenda García

Por qué voy a votar a Podemos

Podemos. ¿Por qué Podemos? Tenía 14 años, casi 15, cuando le pregunté a mi padre: ‘Papá, ¿qué es el 15M?’ Desde Bruselas, y leyendo los periódicos, no podía entender exactamente lo que significaba ese movimiento de gente acampando en la Puerta del Sol. Unos días más tarde, habiéndome ya informado, hice una presentación en mi clase de lengua sobre el 15M. De alguna forma, fueron mis primeros pasos en política, en unos momentos dónde la economía europea se derrumbaba, y ningún partido político representaba ya la voluntad de la mayoría social. Unos meses más tarde, participé en mi primera manifestación. Éramos muchas personas aquél 15 de octubre en Bruselas, gritando (¡en español!): ‘¡Que no, que no nos representan!’

Efectivamente, no nos representaban. Recuerdo la noche en el que el PP ganó las elecciones generales. No había que tener conocimientos muy amplios para darse cuenta de que vista la amplia mayoría parlamentaria, venían cuatro años de gobierno sin real oposición, con un PSOE muy debilitado, y desgraciadamente una Izquierda Unida muy minoritaria en el Congreso de los Diputados.

15 M

A lo largo de estos cuatro años, el Partido Popular ha gobernado de forma caciquista, corrupta y antidemocrática. Con un discurso engañoso, y mentiras descaradas, ha ido destruyendo el estado de bienestar y ha empobrecido a la amplia mayoría social. Ha recortado en educación y en sanidad. Ha congelado pensiones y pagas de funcionarios. Esas medidas, basadas en el discurso falaz de la austeridad solo han perjudicado más a nuestro país. El paro ha subido y se mantiene en las mismas cifras ahora en 2015 que en 2011. Decenas de miles de españoles han tenido que emigrar, una auténtica fuga de cerebros, para acabar trabajando de camareros o de mano de obra barata en el extranjero. Miles de familias han perdido sus casas en la vergüenza de los desahucios, ante la completa pasividad del Gobierno, que ha permitido que sus ciudadanos sean echados a la calle sin alternativa habitacional. Un gobierno que ha llevado este país a tener el mayor índice de pobreza infantil en Europa detrás de Rumanía, donde un 28% de la población vive con menos de 8000 euros al año y donde trabajar no te asegura ni siquiera superar el umbral de pobreza.

Por si fuera poco, mientras la población se empobrecía, se rescataba con dinero público a los bancos que con su mala gestión provocaron el hundimiento económico y los españoles veíamos, como día a día, salían más y más casos de corrupción del partido en el poder. Sólo un año llevaba el PP en el Gobierno cuando surgió el caso ‘Bárcenas’, que se sumaba a la ya conocida trama de corrupción ‘Gurtel’. Hay que añadirle a estos dos casos el desmantelamiento de la trama ‘Púnica’ y el caso ‘Bankia’. Cuatro casos de corrupción masivos en apenas cuatro años, que en cualquier otro país digno, hubiese supuesto la dimisión del gobierno. Tenemos memoria: hemos sido gobernados en cuatro años por un partido que se ha financiado de forma ilegal, que ha aprovechado su estancia en el poder para incurrir en actividades condenables y que se ha enriquecido de forma deshonesta mientras la inmensa mayoría de la población se empobrecía.

Frente a estas políticas, se protestó en las calles. Surgieron las mareas verde, blanca, granate y muchas más, para defender nuestros derechos a la sanidad, la educación y al voto. Surgió la PAH, con una de las mujeres más valientes que ha dado este país en muchos años, Ada Colau y frente a la complicidad del gobierno y de las fuerzas del orden, la gente de a pie se unió y empezó a impedir desahucios, con un grito que desde entonces se convirtió en seña de identidad: ‘Sí se puede, pero no quieren’. La PAH hizo que tomásemos conciencia de que el discurso de ‘No hay alternativas’ era falso, porque en política siempre hay alternativas. En España necesitábamos un movimiento parlamentario que defendiese esas alternativas seriamente, y que defendiese con firmeza y seriedad nuestros derechos sociales.

Cuando parecía que todo iba a quedarse en protestas callejeras surgió una iniciativa en enero del 2014, lanzada por un profesor de ciencias políticas, popular por debatir en la televisión española contra los voceros de la derecha mediática. Un hombre, que logró crear un sentimiento de identificación a su alrededor lo bastante fuerte como para atreverse a dar el salto a la arena política. A los cuatro meses, con una estructura todavía incipiente, nacida de la voluntad y la participación ciudadana,  la iniciativa llamada Podemos asaltaba el Parlamento Europeo. Recuerdo perfectamente cómo esos días, más y más gente se acercó al círculo de Bruselas hasta desbordar la pequeña sala en la que nos reuníamos, interesada por este movimiento único que por primera vez ofrecía una oportunidad de participación directa a la ciudadanía y donde la interactuación permitía que se hablase de ‘nosotros’, no de ‘ellos’. La ilusión había comenzado.

Pablo Iglesias

No voy a mentir, el camino desde entonces ha sido duro. Los partidos existentes, la prensa mayoritaria en bloque y los poderes fácticos nos han atacado, nos han difamado y han mentido descaradamente. Para frenar una avalancha que amenazaba a sus intereses, los partidos y diferentes poderes han movido ficha: el PSOE eligió de Secretario General a un candidato joven, pero no ha dado ningún vuelco a su estrategia, situándose ahora mismo como un partido completamente difuso ideológicamente, con declaraciones contradictorias, que no representa una real alternativa al gobierno actual. Por otro lado, la prensa y diferentes poderes, han buscado aupar a Ciudadanos, un partido liberal y nacionalista, como una alternativa al maltrecho bipartidismo.

Pese al ambiente de hostilidad creado por la prensa y los diferentes partidos, la movilización ha cosechado auténticos éxitos absolutamente impensables hace meses. Las alcaldías más importantes de España, Madrid y Barcelona, han pasado a manos de fuerzas de cambio político, así como las ciudades de Cádiz, Zaragoza, A Coruña, Valencia, Pamplona y más. El PP ha perdido sus feudos más importantes. Sólo se ha mantenido en Madrid, su feudo de corrupción, gracias al apoyo de Ciudadanos (que también apoya al PSOE en su nido de corrupción, Andalucía). A los hechos me remito para defender el legado de Podemos. Madrid, Barcelona, Cádiz y las demás, son ahora ciudades más democráticas y transparentes, donde la ciudadanía puede interactuar con sus representantes, que trabajan para ellos. A través de discusiones con empresas eléctricas y bancos, se han logrado avances serios para paralizar los desahucios, que necesitan ser ratificados a nivel estatal, demostrando que dónde hay voluntad, hay soluciones. Se han establecido presupuestos sociales, donde el dinero se invierte en los más necesitados y no en lo superfluo. Os invito a leer por vuestra cuenta las decenas de medidas tomadas para la mejoría de estas ciudades.

Frente a estas medidas de dignidad y de sentido común, los partidos que han construido y se han beneficiado de este sistema económico corrupto, han opuesto una feroz oposición, con el inestimable apoyo de Ciudadanos, que no tiene ningún interés en que dicho sistema cambie. Ciudadanos, defiende las mismas políticas económicas desastrosas y austericidas que han llevado el país a la ruina y mantiene en el poder al bipartidismo en sus dos comunidades más corruptas. Junto a ellos, votan en contra de subir el IBI al 1% más rico de la ciudad de Madrid, necesarias para financiar las medidas sociales que protejan a los ciudadanos, y votan la suspensión de comisiones de investigación sobre casos corruptos. Para financiar su campaña electoral, han contraído una deuda de más de 4 millones con el Banco Popular. Un partido que mantiene al bipartidismo en sus feudos corruptos e imita sus políticas fracasadas así como sus formas de actuar no representa ningún cambio verdadero, sino meramente un cambio de actores para perpetrar una imitación moderna del sistema político y económico moribundo que ha empobrecido a este país.

Voy a votar Podemos porque tengo mil y una razones para hacerlo. Porque somos democracia participativa. Porque somos la renovación frente a un sistema corrupto y opaco. Porque queremos construir un país para su gente. Porque tenemos las medidas económicas adecuadas, respaldadas por economistas internacionales de renombre, para volver a relanzar la economía de este país con el apoyo de todos y no solo de unos pocos privilegiados. Porque defendemos la dignidad y siempre la hemos defendido. Porque defendemos los derechos sociales, y ahora vamos a llevar su defensa al parlamento. Porque cada ciudadano tiene derecho a un techo, a una educación y una sanidad públicas y de calidad que le garanticen una vida digna. Porque defendemos la justicia social. Porque cada generación tiene derecho a decidir sobre su propio destino. Porque abrimos una alternativa democrática para escribir una nueva Constitución, adaptada al 2016 y no al 1978. Porque necesitamos un cambio de modelo energético. Porque nacimos para cambiar este país para mejor. Voy a votar Podemos con la determinación del que quiere echar a andar y construir un país más justo y más próspero donde quepamos todos: el estudiante, el jubilado, el pequeño emprendedor, el obrero, el agricultor, el funcionario, el empleado. Queremos dar una alternativa, porque la hay, y lo hacemos con medidas posibles y realistas, que enfrentan cara a cara los problemas de nuestra sociedad.  Votar Podemos, hoy en día, no sólo es votar cambio, es votar sentido común.

En la canción La vuelta al mundo del grupo puertorriqueño Calle 13, el vocalista René Pérez canta: ‘Si quieres cambio verdadero, pues camina distinto’. Hoy en día, solo Podemos camina distinto y defiende los derechos de la mayoría social. Por ello, voy a votar Podemos, porque en estas elecciones, elegimos entre dejar el poder en las manos de los que han arruinado nuestro país o decidir sobre nuestro propio destino para conseguir una economía justa y social al servicio de los ciudadanos. El cambio empezó ya en las alcaldías en mayo y a partir del 20 de diciembre, lo haremos a nivel estatal. Hace tiempo que no nos contentamos con protestar, sino que decidimos construir juntos este país. No nacimos para resistir, nacimos para vencer, y vamos camino de hacerlo. Todos juntos, Podemos.

© Mario Cuenda García

Reflexiones sobre el debate Rivera-Iglesias

No puedo evitar mojarme sobre el debate ocurrido entre los dos líderes de los partidos emergentes, Albert Rivera, de Ciudadanos y Pablo Iglesias de Podemos el pasado domingo en Salvados. El debate, corto e intenso, dejó una serie de propuestas e ideas muy interesantes por ambos lados, así como una serie de detalles significativos. Sin embargo, como simpatizante de Podemos me dejó un mal sabor de boca. En general, considero que no hubo ‘ganador’ del debate y que buscar uno no es el camino que debe tomar una reflexión seria. La causa de mi malestar, es que vi en la televisión un Albert Rivera seguro de sí mismo, presentando sus políticas con claridad y dejando ver que se había preparado la entrevista a conciencia mientras que Pablo Iglesias quedaba en un segundo plano al no ser capaz de responder a los argumentos de su adversario, teniendo muchos que criticar.

La dinámica a lo largo de todo el debate fue la que aquí presento: Albert Rivera empezó muy seguro presentando sus propuestas sobre empleo, sanidad y reuniones con líderes económicos, ante las que Pablo quedó parcialmente descolocado, sin él exponiendo sus propuestas con la misma seguridad. Es cierto, y no he sido el único en subrayarlo, que Rivera interrumpió constantemente y que Jordi Évole debería haber intervenido, porque eso impidió que Iglesias pudiese desarrollar sus ideas. En la segunda parte, sin embargo, vi un Pablo Iglesias más seguro que su oponente cuando se habló de lucha contra la corrupción, empresas públicas, referéndum catalán y sobre todo en la última ronda de preguntas cortas. Pero en muchos aspecto, Rivera fue mejor preparado que Pablo Iglesias. Pablo nunca rebatió frontalmente las propuestas de Rivera, ni tampoco expuso las suyas con claridad y concisión.

Es imperdonable que el líder de un partido político aspirando a gobernar un país se presente en una entrevista con tantas dudas sobre un plan de empleo y sin pleno conocimiento de lo que es el contrato único. Si Podemos y Pablo Iglesias consideran que el contrato único no es la solución a los problemas de este país, debe ir a criticarlo en el debate en el que su rival lo va a presentar como su medida estrella. De forma incomprensible, Pablo Iglesias no apuntó ni una sola debilidad o punto negativo del contrato único en la entrevista. A continuación, la presentación de la idea de Podemos fue caótica y mal preparada. Con casi dos años de vida y a dos meses de las elecciones, si una de las medidas propuestas es la subida del salario mínimo, una cifra es más que bienvenida (mientras escribo este texto, Podemos ha avanzado ya una cifra). Decir que se quiere que la gente viva dignamente es un eslogan que empieza a cansar hasta al más acérrimo defensor de Podemos. A partir de ahora, hacen falta propuestas. No logro entender, además, como es posible que Pablo Iglesias criticase el complemento salarial de Ciudadanos en la entrevista, pero ahora lo proponga en su programa. Por último, la no-defensa de la Renta Básica Universal también fue un grave error. Si no defiendes ante el público una de tus medidas, por muy radical que sea, ¿cuándo lo vas a hacer?

En el tema de la sanidad, Albert Rivera hizo gala de una retórica fría, matemática y también ligeramente nacionalista. Habló de los ‘turistas extranjeros que vienen a operarse a España’ y lo utilizó como justificación para restringir la sanidad pública universal a extranjeros. También retó a Pablo Iglesias a dar un país donde los inmigrantes sin papeles pudiesen ser atendidos en la sanidad de forma gratuita. Pablo Iglesias dijo que ninguna persona, sea pobre, inmigrante o sin papeles, debería ser prohibida el acceso a la sanidad pública, sea de urgencias o de operaciones, unos valores a los que suscribo plenamente. Yo habría ido aún más lejos. Habría resaltado aún más los valores humanos que representa la sanidad pública y sobre todo que lo que pone en peligro su viabilidad, no son los ‘turistas’ o los sin papeles, sino los recortes y la privatización, añadiendo además que varios países atienden a los inmigrantes sin que ellos tengan papeles.

Mucho me frustró también la falta de respuestas a dos ataques de Albert Rivera.  En primer lugar, dijo que la gente no sabe cómo va a cuadrar Podemos los presupuestos, ante lo que Pablo asintió. Ahí, tendría que haber hecho gala de la experiencia y de los hechos que arropan a Podemos diciendo: «Podemos, a diferencia de Ciudadanos, gobierna ya en varios ayuntamientos, especialmente en las dos ciudades más importantes de España, haciendo presupuestos y cumpliéndolos». Es más, yo habría añadido que si no se logra cumplirlos, no es porque las propuestas sean populistas o irrealistas, sino porque PP, PSOE y Ciudadanos toman medidas que los torpedean, como rebajar el IBI a las rentas más altas de la capital en vez de subírselo, poniendo en peligro el presupuesto social. Rivera insistía, además, que para repartir riqueza, hay que crearla. España ya tiene riqueza, basta ver los datos en Madrid o Barcelona, ahora toca repartirla. Si Rivera cree que no es posible, que desglose las cuentas de Ahora Madrid o Barcelona en Común.

En el segundo ataque, Albert Rivera hizo gala de haberse reunido con el presidente del BBVA y preguntó con cuantos empresarios se había reunido Podemos. Pablo Iglesias, en vez de responder directamente, evadió la pregunta cuando otra vez tenía hechos de los que hacer gala. En Barcelona, Ada Colau se ha reunido con los empresarios del Mobile World Centre. En Madrid, la alcaldesa Manuela Carmena se ha reunido con directores de banco y de empresas de limpieza. Más aún, fue a negociar y demandar colaboración, en nombre de los ciudadanos de Madrid, no a criminalizar al empresario como acusó Rivera. ¿Qué obtuvo? Los bancos cedieron pisos sociales para el ayuntamiento y las basureras retiraron sus ERTEs, contratando a 500 trabajadores. Es un error grave no haber hecho gala de semejantes logros, impensables hace meses y logrados gracias a Podemos.

Ambos líderes resaltaron su ‘cruzada’ contra la corrupción, luchando por quién es más efectivo en luchar contra ella. Salieron los temas de Jordi Cañas y Juan Carlos Monedero. Yo no me hubiese enfrascado en debatir sobre personas; simplemente habría resaltado los hechos. Es decir, que Ciudadanos ha mantenido al PP y al PSOE en sus dos comunidades con más corrupción, respectivamente Comunidad de Madrid y Andalucía. La corrupción no se combate con medidas estéticas y aliándose cuando conviene con los dos grandes partidos, sino con acciones directas. A día de hoy, Ciudadanos ha pactado con PP y PSOE frenar la comisión de investigación en Andalucía antes de las elecciones. Un pacto de silencio de caballeros, entre los corruptos y sus supuestos detractores.

El viento cambió un poco cuando se tocó el tema de “lo público” frente a “lo privado”, así como que se debe hacer frente a una empresa con malas prácticas. Pablo Iglesias acertó en apuntar que un sector público no significa estar bajo control político, y que era perfectamente compatible tener sectores públicos de calidad sin interferencia política directa. Debería haber insistido más, partiendo de ese punto, sobre la necesidad de una banca pública. De la misma forma, cuando se empezó a hablar del tema de las eléctricas, Rivera propuso un Tribunal de Competencia realmente independiente que multase las empresas que abusasen de su poder. Estos tribunales existen ya a nivel europeo, pero imponen multas que son calderilla para las multinacionales abusadoras y que no les impide reincidir. Habría que haber insistido más sobre ese punto y haber criticado frontalmente el Tribunal de Competencia. Ante semejante situación, Pablo hizo bien en hablar de la posible nacionalización, por ejemplo, de las eléctricas (aunque eso conllevase que Rivera lo acusase de Franquismo económico y comunismo). Si está amparado por la Constitución Española, la nacionalización es una solución viable. Ya se está haciendo a nivel municipal, como en Madrid, donde se ha remunicipalizado la empresa funeraria al no dar esta servicios de calidad a los ciudadanos. Hizo bien pues Pablo Iglesias en dejar entrever esa posibilidad, pero entre sus votantes, habría gustado más que se dijese claramente, como ha hecho Jeremy Corbyn en el Reino Unido, que ante las malas prácticas, habrá nacionalización de sectores estratégicos.

A continuación, Jordi Évole sacó a la palestra el tema del referéndum catalán. Rivera se presentó como un garante del statu-quo político e institucional y por primera vez en el debate, apeló más a los sentimientos que a la razón que tanto había expuesto con sus cuentas. Usó el eslogan: “seguir juntos, sin romper España» y se posicionó claramente contra el referéndum. Pablo en cambio fue claro y contundente. Si gobernase Podemos, habría referéndum de auto-determinación, pero el gobierno defendería el ‘No’ a la separación, como hizo David Cameron en el Reino Unido con el referéndum sobre la independencia de Escocia. Es una muestra de democracia que respeta el derecho a decidir que demandan el 80% de los catalanes. Además, tuvo razón al apuntar que de esa forma Artur Mas dejaría de victimizarse y de presentarse como un mártir a los ojos de los catalanes, y que debería empezar a hacerse política de verdad a ambos lados del Ebro.

Finalmente, cuando llegó la ronda final de preguntas, Pablo estuvo otra vez bien y seguro, pero al ser tan cortas, quedaron deslucidas por la parte anterior del debate. Esa ronda de preguntas daría para varias horas de debate más. Me parece grave que Rivera no dijese que derogaría la Ley Mordaza completamente. ¿Qué artículos no va a tocar Ciudadanos? ¿Los que impiden fotografiar a la policía? ¿Los que multan con 30 000 euros a los que paralizan desahucios? Ante el posible cierre de los CIEs, Pablo dijo que los cerraría, mientras Albert Rivera no. Y aunque se pasase de puntillas sobre ellos, es terriblemente importante destacar las respuestas a las preguntas sobre el tema vasco. Pablo Iglesias dejó abierta la puerta de forma muy explícita al acercamiento de los presos vascos. Es un tema delicado y controvertido, pero que no se puede evitar si se quieren cerrar heridas y normalizar otra vez la relación entre la sociedad vasca y la española. También estuvo muy acertado cuando le preguntaron sobre un posible indulto Arnaldo Otegi. Como él mismo dijo, un indulto no debe utilizarse con fines políticos pero Otegi no debería estar en la cárcel.

Termino ya, con algunas observaciones de detalles o de omisiones que ocurrieron durante el debate. Primero, faltaron varios temas importantes de política internacional, pero también una discusión sobre el TTIP. Con Podemos y Ciudadanos en el Parlamento Europeo y una macro-manifestación en Berlín hace un par de semanas, es un tema que debería haber sido abordado. Poder haber analizado las actuaciones de los dos partidos (Ciudadanos votando a favor en el Parlamento Europeo y en Barcelona mientras que Podemos votaba en contra), habría puesto a Podemos en una posición de fuerza. Segundo, pese a la buena retórica de Albert Rivera, quedó muy claro cuál es su posición social. Encontró trabajo directamente después de la universidad en un gran banco y saltó directamente a la política. Tiene plan de pensión y mutua privada (ahora empiezo a entender porque Ciudadanos quiera desgravar impuestos a las personas que quieren contratar mutuas privadas) y nunca ha estado en el paro. Lejos de mí de criminalizar el éxito y la buena gestión, pero claramente Albert Rivera no ha sufrido las penurias por las que han pasado millones de personas en España. Pablo Iglesias, en el lado opuesto, ha estado en el paro y no tiene pensión o mutua privada: algo ante lo que muchos más ciudadanos españoles pueden identificarse. Por último, vimos a dos políticos, con dos grandes equipos por detrás, discutir de temas de economía; pero eché de menos ver a algún economista y no solo intermediarios. Además, Podemos debería haber publicitado más sus economistas, como el apoyo directo recibido de parte de James Galbraith, Thomas Piketty, o indirecto como el de Joseph Stiglitz.

En general, el debate dio la sensación de que Albert Rivera fue mejor preparado. Expuso sus políticas con concisión y claridad. Pablo Iglesias, teniendo muchos argumentos a su favor, y sobre todo hechos concretos (como aquí he expuesto), no supo contrarrestar por momentos a su adversario. Pero no nos engañemos, en política, aunque cuente mucho la imagen, los hechos pesan mucho más. Esta entrevista, con todos los detalles que he apuntado aquí, representa solo un pequeño factor en la carrera  a las elecciones y quedarse con ella como un indicador de voto sería irresponsable; ninguna persona capacitada razonaría así. Pero detrás de la buena retórica de Rivera y de sus políticas bien explicadas y calculadas, están los hechos y los detalles aquí expuestos. Albert Rivera no supondrá un cambio a mejor de las clases bajas de nuestro país. Es un hombre inteligente y calculador; respeto mucho sus posiciones y sus políticas porque son realistas así como atractivas para un sector del público. No haber buscado exponer mejor las suyas, ni haber criticado las de Ciudadanos fue un error porque Pablo Iglesias y Podemos saben que esas políticas no son atractivas para sus potenciales votantes. Haber apuntado debilidades les habría hecho ganar puntos. Ojalá el equipo de Podemos vea este debate muchas veces, tomen notas de los errores cometidos, reflexiones, y para los próximos debates de diciembre veamos un Pablo Iglesias más ofensivo en los debates, capaz de darle la vuelta a la tortilla.