Diario de un viaje a Cuba, Capítulo 3

En nuestro segundo día en la Habana, nos toca visitar dos sitios importantes relacionados con la Revolución Cubana: el Museo de la Revolución y la Plaza de la Revolución. Empezamos por el primero. Como ya dije en el capítulo anterior, el Museo de la Revolución es en realidad el antiguo palacio presidencial. Imponente, construido con todo tipo de lujos, desde mármol o una sala de espejos que recuerda a la del Palacio de Versalles de París, contrasta con la pobreza de la Habana Vieja en el que está situado. Nada más entrar, una escalera de mármol nos lleva a los pisos superiores. Observándonos desde la altura, hay un busto de José Martí. A su lado, en la pared, unos agujeros de varios centímetros de diámetro. Parecen impactos de bala y así es. Un par de párrafos más abajo explicaré por qué todo el palacio está lleno de impactos de bala, ya que es uno de los episodios emblemáticos de la Revolución Cubana.

Pintura representando el triunfo de la revolución

Pintura representando el triunfo de la revolución

El museo en sí es una de las mayores atracciones de la Habana, para turistas que quieren saber más sobre la historia reciente de Cuba y la revolución o para frikis de la Revolución Cubana como yo. Las diferentes salas tienen abundante y detallada información sobre la Revolución y los periodos previo y posterior. Hay planos de batallas, documentos originales, manuscritos, pertenencias privadas y fotos inéditas. Huelga decir que disfruté como un crío. Eso sí, toda la información estaba adornada con un tono propagandístico, pero nada sorprendente. Se habla de  ‘las fuerzas represoras de Batista’ así como ‘la sumisión del anterior gobierno al imperialismo yanqui’. Todos los pisos dan a un patio central, dónde una bandera cubana gigante está desplegada. En el centro del patio, vemos una clase de escuela primera. Todos los niños llevan su uniforme blanco y granate. Cantan y juegan debajo de la enorme bandera. Al cabo de unos minutos, se sientan todos en el suelo en círculo, y una adulta, seguramente la profesora, coge un micrófono y hace una pregunta: ‘¿Cuál es la fecha de nacimiento del Che Guevara?’ Varios niños levantan la mano y al final una alumna responde de forma correcta.

Bandera Cubana en el Museo de la Revolución

Bandera Cubana en el Museo de la Revolución

Tras visitar lar varias salas del museo, salimos por la puerta trasera del Palacio y llegamos al memorial Granma. Como dije en el otro capítulo, en medio del memorial, está el yate Granma. Este yate, comprado por Fidel Castro a un americano en México que lo había nombrado en honor a su abuela, cruzó el mar Caribe en 7 días en 1956 para desembarcar a 82 revolucionarios en la costa este de Cuba. Es un yate de tamaño normal, dónde caben cómodamente unas 15 personas. La travesía para 82 personas fue un infierno. Iban tan cargados que de hecho, un revolucionario preguntó nada más salir que cuando llegarían al barco principal, creyendo que solo era un barco de tránsito.

Alrededor del yate están expuestas muchas más máquinas de guerra, algunos muy impresionantes. Misiles soviéticos, aviones, tanques… Una muestra material de la Historia militar reciente de Cuba. Además, están expuestas como trofeos unas lanchas marinas utilizadas por las fuerzas invasoras durante el ataque a Playa Girón en 1961. El cartel explicativo contaba una anécdota curiosa y significativa. Estados Unidos financió y entrenó a grupos paramilitares para perpetrar el desembarco en la Bahía de Cochinos. John Fitzgerald Kennedy no quería una intervención americana directa. Sólo unos pocos efectivos americanos apoyarían el ataque para que este triunfase. Sin embargo, cuando la batalla ocurrió, el ejército cubano derribó un avión en territorio cubano con un americano a bordo. Estados Unidos tardó 18 años en reclamar el cuerpo, porque al hacerlo reconocía su implicación directa en el ataque.

Misil Cubano expuesto en el Memorial Granma

Misil Cubano expuesto en el Memorial Granma

Antes de entrar al Palacio otra vez, pasamos delante de la llama perpetua en honor a los caídos por la República Cubana. Una vez en el patio, vimos una vez más los impactos de bala. La historia es la siguiente. En 1958, mientras Fidel Castro practicaba la guerrilla en Sierra Maestra, otro movimiento insurgente existía en la Habana. Era el Directorio Revolucionario (DR), dirigido por el director de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU). Aunque aliados contra Batista, el DR no dependía de Fidel Castro y actuaba por su cuenta. El día 13 de marzo de ese año buscaron hacer su acción más espectacular, que resultó en un fiasco y casi en suicidio colectivo. A plena luz del día, una cincuentena de estudiantes armados hasta los dientes irrumpieron en el palacio y lo asaltaron. ¿Objetivo? Asesinar al dictador Fulgencio Batista. A punto estuvieron de lograrlo. Los impactos de bala atestiguan la dureza del choque. Lograron llegar hasta el despacho de Batista, pero este logró escapar por una puerta lateral que lleva a la cúpula del palacio dónde estaba la guarnición. Al final, Fulgencio Batista se salvó y la grandísima mayoría de los estudiantes fallecieron en el ataque, incluido José Antonio Echeverría.

Impactos de bala en el patio del Palacio Presidencial

Impactos de bala en el patio del Palacio Presidencial

El penúltimo lugar por el que pasamos antes de salir del palacio es el balcón presidencial. Semicircular e inmenso, domina el paseo que lleva al palacio. Al fondo, se ve el mar y las fortalezas españolas. Aquí hizo Fidel Castro varios discursos en el año 1959 cuando llegó a la Habana. El 28 de octubre de 1959, Camilo Cienfuegos, héroe de la revolución casi tan carismático como el propio Fidel, pronunció aquí también su último discurso. Esa misma tarde, cogió un avión hacia Camagüey, pero nunca llegó a su destino. Con 27 años, Camilo Cienfuegos no apareció nunca más. Hay varias hipótesis. Las malas lenguas acusan a Fidel Castro de haber ordenado su desaparición. Pero cualquier persona que lee un poco sobre la Revolución Cubana o la biografía de Fidel Castro sabrá que es una acusación sin fundamento. Las dos hipótesis más factibles son estas. Primero, que el avión, pilotado por un novato, cayese al mar en un tramo del viaje. Segundo, que las baterías anti-áreas cubanas disparasen al avión pensando que era un avión de sabotaje proveniente de Florida. Los datos concuerdan, porque ese día se declaró haber abatido un avión que tampoco apareció. Cuando la desaparición se hizo oficial, se hicieron batidas por toda la isla, lideradas por el propio Fidel Castro y secundadas por el pueblo, que adoraba a Camilo. Cincuenta y cinco años después, la desaparición de Camilo Cienfuegos sigue siendo motivo de misterio. Salimos al final, y en el último pasillo vemos el rincón de los cretinos. Salen caricaturizados Batista y presidentes americanos hostiles a Cuba (como George W. Bush o Ronald Reagan).

Vistas desde el balcón del Palacio Presidencial

Vistas desde el balcón del Palacio Presidencial

Volvemos a pasear por la Habana Vieja. Esta vez me fijo en la enorme cantidad de bustos de José Martí que hay por todas partes. Una amiga de mi madre nos recomendó un paladar llamados Mercaderes. Lo hallamos frente a la Casa Bolívar, dónde un día más, una delegación Venezolana recauda firmas con el hashtag #obamaderogaeldecretoya para derogar el decreto que Obama ha aprobado con respecto a su país. Subimos una escueta escalera, y llegamos a un saloncito donde varias parejas y familias de turistas comen, mientras un trío cubano acompaña a la guitarra, las maracas y la voz. Tras pasar un almuerzo muy agradable, se acerca un hombre y nos dice ser el dueño del paladar. Una vez más, el habernos oído hablar español, lo animó a acercarse. Charlamos unos momentos, y nos explica como reformó la casa para abrir el paladar. Nos señala un cuadrado en la pared diciendo: ‘antes, la casa estaba en ruinas’. Efectivamente, en medio de la pared reformada y bien pintada, había dejado un cuadrado sin tocar, para que los clientes pudiesen ver en qué ruinoso estado estaba la casa antes.

Banco Central de Cuba

Banco Central de Cuba

Obviamente, y aunque no lo haya escrito hasta ahora, todo lo que pagamos es en efectivo. No existen casi las tarjetas de débito o de crédito y ningún paladar, tienda o museo está equipado con terminales. Nos habían aconsejado cambiar cuanto más dinero posible en efectivo al llegar, porque una vez en La Habana sería difícil sacar dinero. Y efectivamente, hoy que ya empezamos a escasear, tenemos que pasear durante media hora, probando varios cajeros. Algunos no funcionan, otros te aceptan la operación pero no te dan el dinero en efectivo. Al final, conseguimos sacar un poco de dinero y seguimos callejeando por la Habana Vieja. Pasamos frente al Banco Nacional de Cuba. Está en una callejuela muy estrecha. Justo en la puerta, vemos una placa conmemorativa en honor al Che Guevara, que fue una vez gobernador central. Sí, probablemente fue el Gobernador de un banco central más curioso del mundo. Sorprendió a todos cuando se hizo cargo del banco en el año 1959, unos pocos meses después del triunfo de la Revolución. La anécdota popular reza que Fidel Castro, en un consejo de ministros preguntó: ‘¿Hay algún economista para ser gobernador?’ A lo cual el ‘Che’ Guevara levantó la mano, ¡creyendo que habían preguntado por un comunista! Claramente, la anécdota no refleja la realidad pero si muestra la sorpresa que supuso que una persona como el Che fuese designado Gobernador sin experiencia alguna.

Placa conmemorativa en el Banco Central de Cuba

Placa conmemorativa en el Banco Central de Cuba

 En esa misma calle, bastante estrecha, cae un cascote de importante tamaño desde un tejado. Si llega a caer encima de alguien, lo mata, no me cabe duda. Es una muestra más de la falta de mantenimiento de la céntrica Habana Vieja dónde vive la gente más pobre. Pasamos delante de farmacias y carnicerías, dónde no se aplican ningunos de los estándares de higiene de Europa. La carne está expuesta al aire libre, sin protección y los medicamentos se apilan en estanterías de madera. Vemos también una sede de un Comité de Defensa de la Revolución (CDR). Los Comités de Defensa de la Revolución son células vecinales creadas en los años 50 para velar por el triunfo de la Revolución y frenar los intentos de destabilización por parte de individuos o grupos. Muchos críticos lo consideran una especie de policía política. Nada más lejos de la realidad. Son grupos vecinales y ciudadanos que voluntariamente decidieron defender las conquistas de la Revolución. Hoy en día, no tengo muy claro cuál es su función. Al final, entre paseos y alguna que otra compra, como un cuadro artesanal, volvemos a llegar a la famosa Bodeguita del Medio. Ayer estaba más llena, pero hoy parece que se puede entrar, así que decidimos entrar a tomar un mojito. Subimos al piso de arriba, entre las paredes repletas de firmas. Por aquí han pasado Pablo Neruda, Salvador Allende, Julio Cortázar, Ernest Hemingway… Pero no queda rastro de ese espíritu bohemio y exótico que atrajo a estos grandes hombres. Hoy, todo es turístico y caro: ni siquiera el Mojito, poco cargado, mereció la pena. Sí, puedo decir que estuve en la Bodeguita del Medio, que escribí mi nombre en la pared, como todos, pero el ambiente místico que esperaba encontrar sencillamente no estaba.

Comité de Defensa de la Revolución en la Habana

Comité de Defensa de la Revolución en la Habana

La Habana Vieja

La Habana Vieja

A apenas cuarenta metros, está el acceso a la Plaza de la Catedral. Nos detenemos unos minutos a observar la plaza y a hacer fotos. Dentro de la catedral, reposaron los restos de Cristóbal Colón antes de ser repatriados a España. Una curiosidad de la catedral es que no es simétrica, porque una de las torres es más ancha que la otra. A parte, en la plaza, hay cubanos vestidos con las prendas tradicionales que por un CUC, posan para la foto. Después de un último paseo por la Habana Vieja, dónde vemos a los niños jugar entre gatos y perros callejeros, y que nos lleva delante del monumento dedicado a los Brigadistas internacionales cubanos que participaron en la Guerra Civil Española (situado irónicamente delante de la ex embajada española franquista, reconocible por la sombra del aguilucho en la fachada), decidimos coger un taxi hasta la plaza de la Revolución.

La Catedral de la Habana

La Catedral de la Habana

La plaza de la Revolución impresiona. Es inmensa, interminable, inabarcable. Construida por Fulgencio Baptista en los años 1950, en ella caben un millón de personas. En un extremo de la Plaza, hay una enorme estatua de José Martí, así como una torre gigantesca. Le hacen frente dos espectaculares murales con las caras del Che Guevara y de Camilo Cienfuegos. La plaza está vacía pero no es difícil imaginarse cientos de miles de cubanos escuchando los discursos de Fidel en los primeros meses de la Revolución. Camino hasta el centro de la plaza, y me siento minúsculo, desprotegido ante un espacio tan grande. Leo las dos inscripciones junto a los murales. Al lado del Che Guevara está escrito el ya famoso ‘¡Hasta la Victoria Siempre!’. La inscripción junto a Camilo es más enigmática y mucho menos conocida: ‘Vas bien, Fidel’. La anécdota remonta al triunfo de la Revolución. Cuando Fidel Castro llegó a la Habana el 8 de enero de 1959, tras un recorrido triunfal a lo largo de la isla desde Santiago, decidió que el primer discurso en la capital debía hacerse en el campamento militar en las afueras de la capital. Era un símbolo potente: ahí es donde se habían gestado los dos golpes de Estado de Batista y dónde se hallaba la guarnición más importante de Cuba. Abrirlo a la ciudadanía fue, nunca mejor dicho, revolucionario. Desde ahí, delante de miles de personas, pese a su excelente oratoria, Fidel Castro quedó impresionado. Su discurso empezó tímido, para luego ir cogiendo fuerza. Entonces, Fidel se dio la vuelta en el estrado, y le preguntó a Camilo Cienfuegos: ‘¿Cómo voy, Camilo?’ a lo que él respondió: ‘Vas bien, Fidel’.

Murales del 'Che' Guevara y de Camilo Cienfuegos en la plaza de la Revolución

Murales del ‘Che’ Guevara y de Camilo Cienfuegos en la plaza de la Revolución

La Plaza de la Revolución no está muy lejos de nuestro piso, y entre medias está el cementerio de Colón, otro lugar emblemático dela Habana. Recorremos las calles del Barrio Central y del Vedado, mucho menos concurridas turísticamente, mucho más verdaderas, mucho más caribeñas. Cuando llegamos al cementerio de Colón, este está cerrado. Desde fuera vemos los enormes mausoleos y las tumbas de mármol blanco. Entramos el Vedado, fácilmente reconocible por sus casas coloridas, decoradas con columnas romanas y balcones, todas diferentes. Ahora muchas han perdido color, pero como en casi toda la isla, que parece estar anclada en el pasado, no es difícil imaginarse a la burguesía cubana, desde los terratenientes hasta los amigos del dictador Batista, viviendo aquí entre los 20, los 30, los 40. Esto es puro caribe; un barrio residencial donde lo español y lo americano se mezcla.De repente, en medio del paseo y de las casas antiguas, aparece un edificio que impacta por su modernidad: un hospital. Obviamente, no entramos por dentro, pero fue lo más moderno que vimos a lo largo de todo el viaje.

La Plaza de la Revolución

La Plaza de la Revolución

Llegamos a la Rampa otra vez. Delante de nosotros pasa un autobús cargado de gente y nos envuelve en una nube de humo y polvo. Es otro de los graves problemas que tiene la Habana: la contaminación de los almendrones y los buses es altísima. Son coches antiguos, que expulsan una cantidad de humo ingente que envuelve a la ciudad en una nube de contaminación enorme a una ciudad con muy poco tráfico. Sin embargo, los almendrones son unas auténticas reliquias. Está terminantemente prohibido que salgan de Cuba. Muchísimos coleccionistas están dispuestos a pagar auténticas fortunas por estos coches. No es de extrañar. Hoy hemos estado en dos almendrones. El primero databa de 1951 y el segundo de 1953. En ninguna parte del mundo quedan en circulación coches tan antiguos. Obviamente, todos están arreglados y retocados al infinito. Prácticamente la mayoría sólo tienen la carrocería original, mientras que el resto ha sido arreglado miles de veces. Aun así dejarse conducir en uno de ellos es una sensación indescriptible que uno sólo puede experimentar en Cuba.

Una calle del vedado

Una calle del vedado

Uno de mis deseos en Cuba era poder hablar con la gente y preguntarles. Por desgracia,  aunque es lógico, siempre nos movemos por zonas turísticas y es imposible entablar conversaciones. Sin embargo, con lo poco que he visto estos primeros días, puedo sacar ya unas pocas conclusiones. Para empezar, la revolución ha cometido muchos errores que deben ser corregidos. Me extenderé algún día en explicar cuáles son y como afrontarlos. Tengo claro que lo que he visto es solo el día a día diario, pero para hacerse una idea real, muchos más factores deben ser considerados: los hechos históricos, la situación geográfica, la evolución institucional, el demoledor impacto del embargo… Me gustaría también comparar Cuba con otros países del Tercer mundo y del Caribe. Para mí, este ha sido mi primer viaje fuera de Europa y claramente, me ha llamado muchísimo la atención la pobreza. Creo que debo seguir visitando ese tipo de países para poder comparar y ofrecer un veredicto justo. También hoy, tumbado en la cama, he reflexionado sobre la necesidad de saber rectificar. Quién lucha por una sociedad justa, debe admitir los errores  cometidos. A partir de ahí, la rectificación es el primer paso para un camino hacia la mejora. En ello estamos.

© Mario Cuenda García

Reflexiones sobre el debate Rivera-Iglesias

No puedo evitar mojarme sobre el debate ocurrido entre los dos líderes de los partidos emergentes, Albert Rivera, de Ciudadanos y Pablo Iglesias de Podemos el pasado domingo en Salvados. El debate, corto e intenso, dejó una serie de propuestas e ideas muy interesantes por ambos lados, así como una serie de detalles significativos. Sin embargo, como simpatizante de Podemos me dejó un mal sabor de boca. En general, considero que no hubo ‘ganador’ del debate y que buscar uno no es el camino que debe tomar una reflexión seria. La causa de mi malestar, es que vi en la televisión un Albert Rivera seguro de sí mismo, presentando sus políticas con claridad y dejando ver que se había preparado la entrevista a conciencia mientras que Pablo Iglesias quedaba en un segundo plano al no ser capaz de responder a los argumentos de su adversario, teniendo muchos que criticar.

La dinámica a lo largo de todo el debate fue la que aquí presento: Albert Rivera empezó muy seguro presentando sus propuestas sobre empleo, sanidad y reuniones con líderes económicos, ante las que Pablo quedó parcialmente descolocado, sin él exponiendo sus propuestas con la misma seguridad. Es cierto, y no he sido el único en subrayarlo, que Rivera interrumpió constantemente y que Jordi Évole debería haber intervenido, porque eso impidió que Iglesias pudiese desarrollar sus ideas. En la segunda parte, sin embargo, vi un Pablo Iglesias más seguro que su oponente cuando se habló de lucha contra la corrupción, empresas públicas, referéndum catalán y sobre todo en la última ronda de preguntas cortas. Pero en muchos aspecto, Rivera fue mejor preparado que Pablo Iglesias. Pablo nunca rebatió frontalmente las propuestas de Rivera, ni tampoco expuso las suyas con claridad y concisión.

Es imperdonable que el líder de un partido político aspirando a gobernar un país se presente en una entrevista con tantas dudas sobre un plan de empleo y sin pleno conocimiento de lo que es el contrato único. Si Podemos y Pablo Iglesias consideran que el contrato único no es la solución a los problemas de este país, debe ir a criticarlo en el debate en el que su rival lo va a presentar como su medida estrella. De forma incomprensible, Pablo Iglesias no apuntó ni una sola debilidad o punto negativo del contrato único en la entrevista. A continuación, la presentación de la idea de Podemos fue caótica y mal preparada. Con casi dos años de vida y a dos meses de las elecciones, si una de las medidas propuestas es la subida del salario mínimo, una cifra es más que bienvenida (mientras escribo este texto, Podemos ha avanzado ya una cifra). Decir que se quiere que la gente viva dignamente es un eslogan que empieza a cansar hasta al más acérrimo defensor de Podemos. A partir de ahora, hacen falta propuestas. No logro entender, además, como es posible que Pablo Iglesias criticase el complemento salarial de Ciudadanos en la entrevista, pero ahora lo proponga en su programa. Por último, la no-defensa de la Renta Básica Universal también fue un grave error. Si no defiendes ante el público una de tus medidas, por muy radical que sea, ¿cuándo lo vas a hacer?

En el tema de la sanidad, Albert Rivera hizo gala de una retórica fría, matemática y también ligeramente nacionalista. Habló de los ‘turistas extranjeros que vienen a operarse a España’ y lo utilizó como justificación para restringir la sanidad pública universal a extranjeros. También retó a Pablo Iglesias a dar un país donde los inmigrantes sin papeles pudiesen ser atendidos en la sanidad de forma gratuita. Pablo Iglesias dijo que ninguna persona, sea pobre, inmigrante o sin papeles, debería ser prohibida el acceso a la sanidad pública, sea de urgencias o de operaciones, unos valores a los que suscribo plenamente. Yo habría ido aún más lejos. Habría resaltado aún más los valores humanos que representa la sanidad pública y sobre todo que lo que pone en peligro su viabilidad, no son los ‘turistas’ o los sin papeles, sino los recortes y la privatización, añadiendo además que varios países atienden a los inmigrantes sin que ellos tengan papeles.

Mucho me frustró también la falta de respuestas a dos ataques de Albert Rivera.  En primer lugar, dijo que la gente no sabe cómo va a cuadrar Podemos los presupuestos, ante lo que Pablo asintió. Ahí, tendría que haber hecho gala de la experiencia y de los hechos que arropan a Podemos diciendo: «Podemos, a diferencia de Ciudadanos, gobierna ya en varios ayuntamientos, especialmente en las dos ciudades más importantes de España, haciendo presupuestos y cumpliéndolos». Es más, yo habría añadido que si no se logra cumplirlos, no es porque las propuestas sean populistas o irrealistas, sino porque PP, PSOE y Ciudadanos toman medidas que los torpedean, como rebajar el IBI a las rentas más altas de la capital en vez de subírselo, poniendo en peligro el presupuesto social. Rivera insistía, además, que para repartir riqueza, hay que crearla. España ya tiene riqueza, basta ver los datos en Madrid o Barcelona, ahora toca repartirla. Si Rivera cree que no es posible, que desglose las cuentas de Ahora Madrid o Barcelona en Común.

En el segundo ataque, Albert Rivera hizo gala de haberse reunido con el presidente del BBVA y preguntó con cuantos empresarios se había reunido Podemos. Pablo Iglesias, en vez de responder directamente, evadió la pregunta cuando otra vez tenía hechos de los que hacer gala. En Barcelona, Ada Colau se ha reunido con los empresarios del Mobile World Centre. En Madrid, la alcaldesa Manuela Carmena se ha reunido con directores de banco y de empresas de limpieza. Más aún, fue a negociar y demandar colaboración, en nombre de los ciudadanos de Madrid, no a criminalizar al empresario como acusó Rivera. ¿Qué obtuvo? Los bancos cedieron pisos sociales para el ayuntamiento y las basureras retiraron sus ERTEs, contratando a 500 trabajadores. Es un error grave no haber hecho gala de semejantes logros, impensables hace meses y logrados gracias a Podemos.

Ambos líderes resaltaron su ‘cruzada’ contra la corrupción, luchando por quién es más efectivo en luchar contra ella. Salieron los temas de Jordi Cañas y Juan Carlos Monedero. Yo no me hubiese enfrascado en debatir sobre personas; simplemente habría resaltado los hechos. Es decir, que Ciudadanos ha mantenido al PP y al PSOE en sus dos comunidades con más corrupción, respectivamente Comunidad de Madrid y Andalucía. La corrupción no se combate con medidas estéticas y aliándose cuando conviene con los dos grandes partidos, sino con acciones directas. A día de hoy, Ciudadanos ha pactado con PP y PSOE frenar la comisión de investigación en Andalucía antes de las elecciones. Un pacto de silencio de caballeros, entre los corruptos y sus supuestos detractores.

El viento cambió un poco cuando se tocó el tema de “lo público” frente a “lo privado”, así como que se debe hacer frente a una empresa con malas prácticas. Pablo Iglesias acertó en apuntar que un sector público no significa estar bajo control político, y que era perfectamente compatible tener sectores públicos de calidad sin interferencia política directa. Debería haber insistido más, partiendo de ese punto, sobre la necesidad de una banca pública. De la misma forma, cuando se empezó a hablar del tema de las eléctricas, Rivera propuso un Tribunal de Competencia realmente independiente que multase las empresas que abusasen de su poder. Estos tribunales existen ya a nivel europeo, pero imponen multas que son calderilla para las multinacionales abusadoras y que no les impide reincidir. Habría que haber insistido más sobre ese punto y haber criticado frontalmente el Tribunal de Competencia. Ante semejante situación, Pablo hizo bien en hablar de la posible nacionalización, por ejemplo, de las eléctricas (aunque eso conllevase que Rivera lo acusase de Franquismo económico y comunismo). Si está amparado por la Constitución Española, la nacionalización es una solución viable. Ya se está haciendo a nivel municipal, como en Madrid, donde se ha remunicipalizado la empresa funeraria al no dar esta servicios de calidad a los ciudadanos. Hizo bien pues Pablo Iglesias en dejar entrever esa posibilidad, pero entre sus votantes, habría gustado más que se dijese claramente, como ha hecho Jeremy Corbyn en el Reino Unido, que ante las malas prácticas, habrá nacionalización de sectores estratégicos.

A continuación, Jordi Évole sacó a la palestra el tema del referéndum catalán. Rivera se presentó como un garante del statu-quo político e institucional y por primera vez en el debate, apeló más a los sentimientos que a la razón que tanto había expuesto con sus cuentas. Usó el eslogan: “seguir juntos, sin romper España» y se posicionó claramente contra el referéndum. Pablo en cambio fue claro y contundente. Si gobernase Podemos, habría referéndum de auto-determinación, pero el gobierno defendería el ‘No’ a la separación, como hizo David Cameron en el Reino Unido con el referéndum sobre la independencia de Escocia. Es una muestra de democracia que respeta el derecho a decidir que demandan el 80% de los catalanes. Además, tuvo razón al apuntar que de esa forma Artur Mas dejaría de victimizarse y de presentarse como un mártir a los ojos de los catalanes, y que debería empezar a hacerse política de verdad a ambos lados del Ebro.

Finalmente, cuando llegó la ronda final de preguntas, Pablo estuvo otra vez bien y seguro, pero al ser tan cortas, quedaron deslucidas por la parte anterior del debate. Esa ronda de preguntas daría para varias horas de debate más. Me parece grave que Rivera no dijese que derogaría la Ley Mordaza completamente. ¿Qué artículos no va a tocar Ciudadanos? ¿Los que impiden fotografiar a la policía? ¿Los que multan con 30 000 euros a los que paralizan desahucios? Ante el posible cierre de los CIEs, Pablo dijo que los cerraría, mientras Albert Rivera no. Y aunque se pasase de puntillas sobre ellos, es terriblemente importante destacar las respuestas a las preguntas sobre el tema vasco. Pablo Iglesias dejó abierta la puerta de forma muy explícita al acercamiento de los presos vascos. Es un tema delicado y controvertido, pero que no se puede evitar si se quieren cerrar heridas y normalizar otra vez la relación entre la sociedad vasca y la española. También estuvo muy acertado cuando le preguntaron sobre un posible indulto Arnaldo Otegi. Como él mismo dijo, un indulto no debe utilizarse con fines políticos pero Otegi no debería estar en la cárcel.

Termino ya, con algunas observaciones de detalles o de omisiones que ocurrieron durante el debate. Primero, faltaron varios temas importantes de política internacional, pero también una discusión sobre el TTIP. Con Podemos y Ciudadanos en el Parlamento Europeo y una macro-manifestación en Berlín hace un par de semanas, es un tema que debería haber sido abordado. Poder haber analizado las actuaciones de los dos partidos (Ciudadanos votando a favor en el Parlamento Europeo y en Barcelona mientras que Podemos votaba en contra), habría puesto a Podemos en una posición de fuerza. Segundo, pese a la buena retórica de Albert Rivera, quedó muy claro cuál es su posición social. Encontró trabajo directamente después de la universidad en un gran banco y saltó directamente a la política. Tiene plan de pensión y mutua privada (ahora empiezo a entender porque Ciudadanos quiera desgravar impuestos a las personas que quieren contratar mutuas privadas) y nunca ha estado en el paro. Lejos de mí de criminalizar el éxito y la buena gestión, pero claramente Albert Rivera no ha sufrido las penurias por las que han pasado millones de personas en España. Pablo Iglesias, en el lado opuesto, ha estado en el paro y no tiene pensión o mutua privada: algo ante lo que muchos más ciudadanos españoles pueden identificarse. Por último, vimos a dos políticos, con dos grandes equipos por detrás, discutir de temas de economía; pero eché de menos ver a algún economista y no solo intermediarios. Además, Podemos debería haber publicitado más sus economistas, como el apoyo directo recibido de parte de James Galbraith, Thomas Piketty, o indirecto como el de Joseph Stiglitz.

En general, el debate dio la sensación de que Albert Rivera fue mejor preparado. Expuso sus políticas con concisión y claridad. Pablo Iglesias, teniendo muchos argumentos a su favor, y sobre todo hechos concretos (como aquí he expuesto), no supo contrarrestar por momentos a su adversario. Pero no nos engañemos, en política, aunque cuente mucho la imagen, los hechos pesan mucho más. Esta entrevista, con todos los detalles que he apuntado aquí, representa solo un pequeño factor en la carrera  a las elecciones y quedarse con ella como un indicador de voto sería irresponsable; ninguna persona capacitada razonaría así. Pero detrás de la buena retórica de Rivera y de sus políticas bien explicadas y calculadas, están los hechos y los detalles aquí expuestos. Albert Rivera no supondrá un cambio a mejor de las clases bajas de nuestro país. Es un hombre inteligente y calculador; respeto mucho sus posiciones y sus políticas porque son realistas así como atractivas para un sector del público. No haber buscado exponer mejor las suyas, ni haber criticado las de Ciudadanos fue un error porque Pablo Iglesias y Podemos saben que esas políticas no son atractivas para sus potenciales votantes. Haber apuntado debilidades les habría hecho ganar puntos. Ojalá el equipo de Podemos vea este debate muchas veces, tomen notas de los errores cometidos, reflexiones, y para los próximos debates de diciembre veamos un Pablo Iglesias más ofensivo en los debates, capaz de darle la vuelta a la tortilla.

La prensa española y el repunte de la violencia en Palestina e Israel

Me gustaría denunciar hoy, con cierta indignación, el sesgado tratamiento mediático dado al aumento de la violencia en los territorios ocupados palestinos. por parte de los medios de comunicación españoles, los cuales informan de forma tendenciosa y parcial. Desde mi blog, denuncio semejante trato a la información porque atenta gravemente a la verdad, al derecho a la información libre e impide allanar el camino hacia una paz duradera.

Los hechos objetivos son claros y ya han sido publicados por la prensa internacional: una ola de violencia ha estallado en los territorios ocupados palestinos e Israel y nadie descarta ya una tercera intifada. Parece ser, y lo ha reconocido el propio primer ministro israelí Benjamin Netanyahu así como la prensa, que los ataques en las colonias no son organizados por movimientos calificados como terroristas, sino que la protesta generalizada surge de iniciativas individuales de la sociedad civil palestina. El segundo hecho objetivo es que la violencia está presente en ambas partes. Ha habido manifestaciones pacíficas de palestinos, como también ha habido pedradas, ataques a cuchillo, a cócteles molotov o a atropellos. El ejército israelí ha respondido con bombardeos, disparos reales y en ciertas ocasiones, un uso desproporcionado de la violencia. En total, han muerto ya 7 israelíes y 30 palestinos.

Sin embargo, esta visión de los hechos no aparece en absoluto en los medios de comunicación españoles. El País en su editorial pidiendo la paz, menciona únicamente las víctimas israelíes. Ni una sola palabra sobre víctimas palestinas. Otra noticia iba acompañada de una foto de un palestino inmolándose sin querer con su propio cóctel molotov. Por su parte, El Mundo publica un editorial en el que escribe: ‘una imparable sucesión de ataques de lobos solitarios palestinos armados sobre todo con cuchillos, aparentemente no coordinados, ha causado la muerte de siete israelíes y una treintena de palestinos en Jerusalén y Cisjordania.’ El editorial deja entender que los muertos palestinos se deben también a los ataques a cuchillo, y no a la intervención de las fuerzas israelíes. La lista de noticias así tratadas es larga. He estado observando la lista de noticias publicadas sobre el tema las últimas semanas tanto por El País como por El Mundo, los dos medios de mayor tirada nacional y la conclusión es inapelable: salvo la noticia de una mujer embarazada y su hija muriendo en un bombardeo en Gaza, el resto de muertes de palestinos es silenciada y no hace objeto de ningún titular. Las violencias perpetradas contra los palestinos quedan lejos de los medios de comunicación españoles (no así de los franceses, por ejemplo). No veremos el vídeo de la joven mujer palestina asesinada a tiros en una estación de autobuses, gritando aterrorizada, con los brazos en alto, diciendo que no está armada. No veremos el vídeo del joven niño de 15 años, baleado, gimiendo en el suelo, con las piernas rotas, desangrándose mientras unos civiles le gritan ‘¡Hijo de puta!’. No veremos el vídeo del niño muerto al que le restriegan intestinos de cerdo por la cara, buscando humillarlo después de muerto. Todas estos hechos gravísimos, que deberían ser cubiertos medíaticamente, no aparecen en primera plana mediática. Unicamente eldiario.es informa de los muertos en ambos bandos, pero con poca cobertura mediática debido a sus medios reducidos. Sino, uno solo puede informarse de ellos a través de redes de apoyo a Palestina.

Hoy, la propia ONU ha criticado el uso excesivo de la fuerza de las fuerzas israelíes, dejando claro que no hay una narrativa única, sino toda una multitud de narrativas diferentes. Sin embargo, ningún medio de comunicación español se ha hecho eco de esta noticia aún. El activista Mohammed Zeyara apunta, de forma muy acertada, que el enemigo de Israel no es Palestina, sino las redes sociales. Afortunadamente, lo que hoy nos esconde la prensa, podemos encontrarlo nosotros mismos en unos clicks de ratón en Facebook o Twitter, siguiendo a organizaciones o individuales sobre el terreno. De esa forma, podemos ver otras narrativas que nos ayudarán a crear nuestra propia opinión.

No sólo no podemos ser indiferentes a lo que está ocurriendo en Israel y Palestina, sino que no debemos dejar que coarten nuestro derecho fundamental a la información libre y de calidad, como ahora mismo hacen ciertos medios seleccionando arbitrariamente que noticia que publican. Creo firmemente que solo una visión completa de todas las partes de este conflicto, y son muchísimas, logrará hacer avanzar hacia una solución pacífica y duradera. De lo contrario, con visiones parciales, solo reforzamos los sectarismos, los prejuicios y lo que es peor, la justificación de la violencia por cualquiera de los dos lados.

Diario de un viaje a Cuba, Capítulo 2

Despertamos a las 8 de la mañana con las primeras luces del día. Nos duchamos en el pequeño cuarto de baño que compartimos todos los ocupantes de la casa. El descanso nos ha sentado bien a todos. Una vez aseados, hablamos con Delfín. Es pequeño, muy moreno, con bigote y le falta un dedo en la mano. Está jubilado. Nos da toda una serie de consejos para nuestro viaje: lugares que visitar, cosas que hacer, con qué tener cuidado… También se excusa por no poder ofrecernos un desayuno. ‘Me hubiese encantado’, nos dice, pero está recién operado de una piedra en el riñón y no puede moverse mucho. Reunir los alimentos básicos para un desayuno hubiese supuesto demasiado esfuerzo. Necesita permisos especiales para poder comprarnos ciertos alimentos, y además, al haber pocos comercios y ningún supermercado, debería desplazarse bastante para encontrar lo que quiere. Acto seguido, salimos de casa para ir a desayunar a la Rampa. Nos sentamos en una terraza y desayunamos un bocadillo cubano, de jamón, queso y beicon, con café y un zumo en tetrabrik (no tienen zumo fresco). No tenemos pérdida: nos delatan nuestras pintas de turistas. Pálidos, con gafas de sol y cámara de fotos. Cuando los cubanos se dan cuenta que hablamos español, automáticamente se lanzan a conversar. Hablamos con el camarero que nos atiende. Es de Remedios, le gusta el futbol, especialmente la selección argentina y nos comenta que en Cuba han empezado a televisar la liga española y la alemana. El futbol comienza a gustar cada vez más pero apenas se practica; el béisbol sigue predominando.

Mural con la bandera de Cuba y la bandera revolucionaria 26 de Julio

Mural con la bandera de Cuba y la bandera revolucionaria 26 de Julio

A pocos metros de la terraza está el hotel Habana Libre. Una vez acabado el desayuno, entramos en el edificio. El salón es gigantesco y extremadamente lujoso. El hotel lo lleva ahora compañía española Meliá. Es de los pocos sitios de la ciudad en los cuales se puede llamar al extranjero. Mamá pregunta en la recepción: enseguida la dirigen a unos locutorios donde una telefonista le pone en contacto con nuestra familia en España. Una vez acabada la llamada, salimos y seguimos paseando por la recta final de la Rampa. Nos ofrecen taxis constantemente, pero rechazamos con educación: nos apetece pasear en este primer día. A apenas 500 metros cuesta abajo están el mar y el Malecón. A ambos lados de la calle, vemos aparecer los primeros grandes paneles de propaganda con sus eslóganes: ‘¡Todo por la Revolución!’, ‘¡Viva Cuba Libre!’. Hay temas y personajes recurrentes: José Martí, la Revolución, Latinoamérica, el 26 de Julio, el Che Guevara, Camilo Cienfuegos… Contrariamente a lo que se puede pensar, Fidel Castro no aparece casi nunca. José Martí tiene mucho más peso en la propaganda pública. Entramos en un mercadillo callejero, donde comerciantes venden pulseras artesanales, cuadros pintados a mano, ropa tradicional…

Mural propagandístico de la Revolución

Mural propagandístico de la Revolución

A continuación, entramos por el Malecón y nos damos un largo paseo hasta la Habana Vieja, bordeando el mar. Vemos preciosas casas coloridas, pero corroídas por la humedad y el salitre marino: la enorme mayoría se cae a pedazos y algunas están medio derruidas. Todas están habitadas. En medio del Malecón, prácticamente al lado de lo que hoy en día es otra vez la Embajada Americana, está el edificio más alto de La Habana: un hospital gigantesco, de estilo soviético, es decir una enorme mole de hormigón cuadrada, sin ningún tipo de detalle arquitectónico. Tras el agotador paseo, nos vamos acercando a la Habana Vieja. Volvemos a ver  la embajada española, que está justo al lado de la estatua de Máximo Gómez, héroe dominicano de las Guerras de Independencia. Máximo está mirando al otrora Palacio Presidencial, hoy reconvertido a Museo de la Revolución. Nos acercamos, y vemos que en la entrada hay un tanque y un trozo de muralla, pero decidimos visitarlo el día siguiente. Bordeamos el imponente edificio y el memorial Granma, situado justo detrás, dónde está expuesto el yate en el que Fidel Castro y 81 revolucionarios desembarcaron en Cuba el 2 de diciembre de 1956 para iniciar la Revolución.

Hemos llegado a la zona más turística de la ciudad. Aquí están algunos de los hoteles más lujosos  y concurridos. Poco a poco vamos notando el ambiente de la Habana Vieja, bajo el calor del mediodía que empieza a apretar. Para recuperarnos del paseo, nos sentamos en la terraza de un hotel. Mientras nos tomamos un refresco en una terraza, vemos a nuestro lado a un americano con lo que parece ser claramente una jinetera; las jineteras son un fenómeno reciente en Cuba. Son chicas que viven de la prostitución, pero que se ofrecen únicamente a los turistas. Son como cortesanas ejerciendo una prostitución encubierta. A continuación, enfilamos por la Calle Obispo, en cuyo extremo está el famoso bar Floridita, en el que Ernest Hemingway bebía sus daiquirís. Es la calle más comercial de la Habana y la única en la que hay tiendas. En las calles perpendiculares y paralelas ya no hay ni rastro de ellas.

Hoy es día de estrenos, así que decidimos comer en nuestro primer paladar en la propia calle Obispo. Los paladares son los pequeños restaurantes privados antes clandestinos que el Estado cubano autoriza desde hace un par de años. Lo encantador de los paladares, es que están lejos de la imagen que tenemos de un restaurante turístico. En realidad, son simples casas habilitadas para recibir a clientes. El paladar en el que entramos, es un piso pequeño, cuyo salón y terraza se han convertido en lugares de restauración. Está un poco recóndito, así que somos los únicos clientes. Pedimos comida criolla: el tradicional arroz ‘moro’ (arroz blanco con frijoles rojos y plátano frito) y unas langostas, que en Cuba abundan, sabrosas y a buen precio. Un dúo musical empieza a tocar para nosotros música española y cubana: suenan Nino Bravo, Dúo Dinámico, Compay Segundo, pero también Enrique Iglesias, Gente de Zona… ‘¿Qué se escucha por aquí por Cuba hoy en día?’ ‘El reggaetón triunfa’ nos dicen, ‘la música tradicional decae’. Sin embargo, añaden, iniciativas como Buena Vista Social Club han supuesto un renacimiento y un gran reconocimiento a nivel mundial del género musical tradicional cubano.

Plaza de Armas

Plaza de Armas

Al acabar de comer, empezamos realmente nuestra visita turística a lugares emblemáticos. Empezamos por la Plaza de Armas, una de las primeras de la ciudad. Está presidida por el Palacio Colonial; ahí residían los gobernadores españoles en tiempos coloniales. En los jardines de la plaza, a la sombra de los árboles, libreros y guitarristas ambulantes buscan ganarse la  vida. Salimos por una calle lateral y nos encontramos a unos escasos 200 metros la Casa Árabe. Es fabuloso, pero no sorprende encontrarse una casa de arquitectura morisca en medio del Caribe. Al fin y al cabo, la construcción de la Habana Vieja fue influenciada por las ciudades del sur de España, que a su vez fueron influenciadas por los árabes. La casa, con un patio interior, una fuente y dos pavos reales, es de estilo cordobés o nazarí. En apenas 600 metros, ves tres de los sitios más emblemáticos del centro de la ciudad: la ya citada Plaza de Armas, el Convento San Francisco y la Plaza Vieja. Pasamos por delante de la Casa Bolívar, dedicada al Libertador, dónde una delegación recoge firmas en favor de Venezuela para derogar el decreto de Obama. A media tarde, empiezan a salir los niños de la escuela; todos llevan un uniforme granate y blanco. En las tiendas o en los puestos ambulantes, impacta la explotación turística y comercial de la figura del Che. Prácticamente cualquier objeto turístico tiene la efigie del Che. Callejeando por la Habana Vieja, se entiende que su encanto no son solo los edificios emblemáticos, sino sus calles coloniales en general. No es difícil imaginarse a los colonos españoles que vinieron al Nuevo Mundo y posteriormente los criollos, viviendo en las casas construidas con un aire andaluz innegable. Sin embargo, si Cuba no quiere perder este encanto centenario, requiere renovación, restauración y reparación. En las calles secundarias, vimos algunos interiores y fachadas de casas cayéndose a pedazos, rozando lo peligroso. Un día, veríamos como un cascote de un tejado caería a escasos metros de nosotros. Y es que la Habana Vieja, siendo el barrio más antiguo y más turístico, también ha sido y es el más pobre de la capital. No hay agua corriente: son camiones los que transportan cada día a los hogares. Poco a poco se está empezando a remediar el problema: veo obras en muchas calles para la instalación de tuberías. Otro problema es el de combinar una plaza turística y pobre: aparte de unos pocos mendigos, hay gente que intenta ‘colártela’. Me explico. Preguntas una dirección, y a cambio de la respuesta, te piden 1 CUC. Pides hacer una foto, y te piden 1 CUC. Una mujer, al oírnos hablar en castellano, nos pidió un ‘regalo’, es decir cualquier cosa que le quisiéramos dar: pasta de dientes, pañales… En esas condiciones, apenas se pueden entablar conversaciones. Es una pena. En la Habana siempre dudas al iniciar una conversación, porque no sabes si tu interlocutor es realmente agradable o lo hace para pedirte luego una limosna.

El Capitolio Cubano

El Capitolio Cubano

Salimos de la Habana Vieja y nos encontramos frente al Capitolio cubano. Fue construido a imagen y semejanza del americano en 1929. Es una copia casi exacta de su homólogo en Washington. En la Plaza Central subimos a un coche a caballos para dar una vuelta guiada alrededor de la Habana Vieja: nuestros dos encantadores y jóvenes guías proponían llevarnos por sitios que no habíamos visto aún. Uno de ellos se llama Alejandro. Le pregunto si tenía estudios y me dice que sí, que había empezado a estudiar Medicina, pero lo dejó hace 4 años: el turismo y su trabajo de guía dan para más. Enfilamos por el paseo del Prado. Hay niños corriendo, jugando, riendo, practicando deporte, mientras en los bancos, adultos y ancianos juegan al dominó y al ajedrez. Aquí en la Habana seguimos viendo una generación pre-Internet, donde la vida se desarrolla en la calle. Volvemos a pasar frente al Museo de la Revolución. Alejandro, nos explica que el trozo de muralla que hay delante corresponde a la muralla de la vieja ciudad colonial. El tanque que vimos antes, lo utilizó Fidel Castro durante la invasión de Bahía de Cochinos en 1961. En Cuba, curiosamente, todo el mundo conoce ese episodio histórico como Playa Girón. Obviamente, como guías turísticos, nuestros dos amigos conocen muy bien la historia de su país. Sin embargo, también conocen bastante bien aspectos de la Historia mundial y española. Mi propio hermano, bastante sorprendido, me dijo que tenían bastante cultura general. Es cierto, y lo iríamos viendo al filo de los días. Cerca del Museo, justo enfrente de la embajada española, hay un edificio con tres caras esculpidas en su fachada. Reconozco dos de ellas: la del Che Guevara y la de Camilo Cienfuegos. Alejandro me indica que la tercera cara es la de Julio Antonio Mella. Las tres caras son el emblema de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Julio Antonio Mella es menos conocido internacionalmente (Camilo y el Che forman parte del ‘mito’ de la Revolución Cubana), pero ha sido utilizado como figura pública ya que fue el creador de la UJC. En todo caso, Fidel Castro nunca lo conoció: fue asesinado en 1929 con 26 años, durante el gobierno de Machado, cuando Fidel solo tenía dos años. A continuación, nos presentan ‘el único hotel de la ciudad donde la habitación, la comida y la estancia es gratuita: ¡la cárcel!’ Nos reímos de buena gana y preguntamos si es fácil ir a la cárcel. Nos responden que sí, y añaden una de las mejores frases que oiría en todo el viaje y que me quedaría marcada a fuego: ‘Aquí en Cuba, lo que no es obligatorio, es ilegal’.  Mientras reflexiono sobre esa frase, pasamos delante de la estatua de Máximo Gómez. Alejandro nos explica el significado de las estatuas: si está subido a caballo, y este tiene las cuatro patas en el suelo, el hombre representado murió de forma natural. Si tiene una pata levantada, murió de un disparo y si tiene las dos patas delanteras levantadas, entonces murió en combate. Además, si mira al mar, es que es extranjero. En el caso contrario, es natural del país. A continuación, paramos el coche al lado de los dos lugares emblemáticos que nos quedaban por ver: la plaza de la Catedral y la Bodeguita del Medio. En mi opinión, la plaza de la Catedral es la más bonita de la Habana Vieja. Respecto a la Bodeguita del Medio, tenía muchísimas ganas de verla por su encanto histórico, pero está llena de turistas y con altos precios.

Del otro lado de la bahía de la Habana hay petroleros y unas refinerías de petróleo. Obviamente, sirven para tratar el crudo venezolano. Más cerca, están las dos fortalezas coloniales, y el cristo de la Habana. Entramos un momento en el Bar Dos hermanos, por donde pasaron Federico García Lorca, Ernest Hemingway, Marlon Brando… Pasamos por un parque dedicado a la Princesa Diana. Mi padre bromea con los guías: ‘¿Qué pasa, era amiga de Fidel?’ ‘¡Una comunista de pura cepa!’ nos responde con ironía. Nuestro guía Carlos nos dice ‘Comunismo es comer mucha mierda’. Y con mucha guasa, imita a Fidel: ‘¡Patria o muerte! ¡Socialismo o muerte!’ En realidad, da la sensación que no le toman en serio, sino como un abuelo que sigue viviendo del tiempo pasado. No hablamos de política, pero por los comentarios que intercambiamos, entendemos que nuestros dos guías desean un cambio para mejor. Nos cruzamos con un taxi en el que pone ‘Los Aldeanos’: un grupo de rap cubano, opositor a Fidel Castro. Leo el nombre en voz alta. ‘¿Los conoces?’ me pregunta Alejandro. ‘Sí’. Al despedirnos, nos dicen ‘Llevamos esperando años a que cambie. ¡Ojalá pronto!’. Está atardeciendo, así que decidimos volver a casa. Caminamos por el Paseo del Prado para coger un taxi en el Malecón. Sigo impresionado por la variedad racial. Esperando un bus, hay toda variedad de colores. Según lo que he leído, no hay diferencias económicas entre ellos, aunque poco a poco, empiezan a aparecer desigualdades por una simple causa: muchos de los cubanos que se exiliaron eran blancos, y son los que mandan dinero desde Estados Unidos a sus familiares. Llegamos al Malecón y entramos en nuestro primer almendrón. Es un Buick, data del 1957, y pesa 3,5 toneladas.

Nuestro taxista es probablemente el hombre más desesperado con el que hablamos en nuestro viaje. Quería irse de la isla cuanto antes. Sus abuelos eran andaluces, y quiso pedir la nacionalidad española cuando fue legal para la tercera generación obtenerla, pero no podía por ser miembro de la policía. Trabajó ahí durante 14 años hasta que se salió y desde entonces, busca la forma de irse. Llegó hasta a escribirle una carta a Javier Arenas: nunca recibió respuesta. Dejó la policía porque ser taxista es más rentable, ‘mucho más que neurocirujano, abogado o médico’. En los 10 minutos que dura el trayecto, despotrica a gusto contra el sistema cubano. Nos habla de los pañales, que cuestan 22 CUC en cualquier tienda, una cantidad a la cual al menos un 10% de funcionarios públicos no llega a fin de mes. Opina que el embargo ha favorecido a una élite, que él denuncia como corrupta y burocrática, que ‘comercia’ políticamente con ello y a la cual no le interesa que acabe. ‘Mire USA, quiere acercarse, nosotros no’, nos dice. Nos despedimos de él en la puerta de casa. Volvemos a casa. Hablamos con Silvia en la terraza. Nos habla de su hijo ingeniero en Getafe. Estudió en Cuba, y viajó a España para trabajar. No le convalidaban la matrícula, así que tuvo que volver a hacer el grado allí, trabajando al mismo tiempo para sustentarse. Silvia es de madre tinerfeña y padre castellonense. Ha visitado España varias veces y conoce muy bien el país. Tras descansar una hora del agotador día, salimos a cenar a otro paladar que está en la Avenida de los Presidentes. Curiosamente, no son presidentes cubanos los que están representados en estatuas en esta calle, sino presidentes extranjeros que simpatizaron con la causa de la independencia o la revolución cubana. Así, hay presidentes venezolanos, argentinos o ecuatorianos.

Por la noche, ya tras la cena, ordenando un poco las notas que he tomado durante el día, tumbado en la cama, reflexiono un poco. Visto lo visto en las pocas conversaciones de este primer día, queda bastante claro que los cubanos no creen ya en la Revolución, ni en sus valores iniciales. Hay una clara y visible ruptura generacional. Los jóvenes no sienten la Revolución como suya, esa Revolución que echó a un dictador al que no conocieron. La actual no es su lucha. En mi opinión, es algo que ha pesado mucho en el gobierno cubano a la hora de volver a iniciar las relaciones con Estados Unidos. De este tema, hablaré más extensamente en un ensayo al margen, más enfocado a la historia y la política cubana. Mañana toca visitar el Museo de la Revolución y es algo que me emociona sobremanera. Agotado, cierro los ojos y caigo en el sueño profundo.