Corbyn 2020

La elección de Jeremy Corbyn como nuevo líder laborista ha revolucionado la política británica. Es el segundo terremoto que sacude a la isla en apenas cuatro meses. El primero vino tras las elecciones del 7 de mayo. La victoria del Partido Conservador fue tan arrolladora como inesperada. Absolutamente todas las encuestas vaticinaban igualdad y la necesidad de pactar para gobernar. Los 326 escaños de los Tories fueron, según algunos analistas, la mayor sorpresa desde la también arrolladora e inesperada victoria de Clement Atlee para el Partido Laborista en 1945.

La derrota de Ed Miliband en las urnas asestó un golpe tremendo al Partido Laborista. Las críticas y opiniones que surgieron apuntaban a lo mismo: Miliband se había desviado de la Tercera Vía de Tony Blair y lo había pagado. El propio Blair, en una entrevista para el semanal The Economist semanas antes, declaró que el Partido Laborista estaba cometiendo “errores del pasado”. Miliband no es en absoluto un radical, pero su discurso de tono socialdemócrata y progresista sonaba a revolucionario comparado con el de Blair o el de Cameron.

Sin embargo, el problema de Miliband fue que se quedó en tierra de nadie. Su discurso y sus propuestas no eran lo suficientemente liberales como para atraer a votantes del Partido Conservador o Liberal y en ningún momento usó un discurso rompedor para buscar recuperar a los votantes desencantados. Jugó en la arena de Cameron y perdió. Si a eso uno suma la explosión electoral de Partido Nacionalista Escocés y la gran cantidad de votos que han obtenido los Verdes y el UKIP, la debacle del Partido Laborista parece, unos meses más tarde, menos sorprendente.

Así pues, mientras Miliband desaparecía de la escena política y empezaban las elecciones para el secretariado general, los defensores del New Labour preparaban sus candidaturas logrando los avales necesarios. A última hora, se unió a la contienda por los pelos un diputado del Norte de Londres de 66 años, con más de 31 años de experiencia en el parlamento, conocido por su rechazo a la Tercera Vía, su defensa de los sindicatos, su pacifismo y su activismo contra la OTAN, el apartheid sudafricano, contra Pinochet y muchos más: Jeremy Corbyn.

En tan solo un verano, ha conseguido lo imposible: ganar las primarias y convertirse en el nuevo Secretario General del Partido Laborista. Es una ruptura total con la Tercera Vía de Tony Blair. No es de extrañar que este último, así como toda la prensa conservadora y liberal, haya hecho campaña durante todo el mes para desprestigiarlo. Con un programa progresista, y una clara vocación popular, Corbyn ha logrado ilusionar e involucrar a muchísima gente solo en campaña. Ahora que es Secretario General y el terremoto se ha consumado, comienza un trabajo duro y las incógnitas.

Referéndum 2017

El referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea será el primer encuentro del nuevo líder laborista con las urnas. David Cameron anunció que hará campaña por la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Ed Miliband, cuando aún era líder de los laboristas, confirmó que él también lo hará. Corbyn, europeísta continuará en esa línea; la cartera de exteriores del Gobierno en la sombra ha sido asignada a una ferviente europeísta. Sin embargo, Owen Jones, que ha dado su apoyo público a Jeremy Corbyn y que es actualmente el mayor referente de la izquierda británica publicó en julio un artículo pidiendo la salida (por la izquierda) del Reino Unido de la Unión Europea.

De aquí a 2017, David Cameron negociará con Bruselas para lograr ‘reformas’ de corte liberal/conservador que pueda presentar como positivas a los británicos. Obviamente, las diferencias ideológicas son enormes entre Cameron y Corbyn. Al abogar por la permanencia, el laborista deberá hacer malabarismos, porque si Cameron consigue su objetivo, Corbyn deberá defender la relación con Europa pero no las reformas obtenidas por su Primer Ministro. Quién sabe, si considera que las políticas que defiende Cameron son perjudiciales para las clases bajas, yo no descartaría que cambiase su posición respecto a la permanencia en la UE. (Nota: esto es un tema largo y espinoso que trataremos más extensamente y a menudo en este blog).

Objetivo 2020

Sin embargo, antes del referéndum, el primer escollo al que tendrá que enfrentarse Jeremy Corbyn será su propio partido. La Tercera Vía de Blair está incrustada en el aparato del partido desde hace dos décadas. Incorporar a miembros que compartan la visión de Corbyn, dejando de lados a los más acérrimos seguidores de Blair sin que se produzcan rupturas, será una tarea ardua.

A continuación, vendrá otra colosal. Quedan cinco años hasta las próximas elecciones en los cuales las clases bajas del Reino Unido seguirán sufriendo recortes, austeridad y empobrecimiento. Sin embargo, es un punto positivo que Jeremy Corbyn tenga tanto tiempo por delante. De esa forma, no se cegará inmediatamente con el objetivo de ganar las elecciones. Ganarlas no debe ser el fin de estos cinco años, sino un paso más en la reconstrucción de una masa social en el Reino Unido. Estos conceptos, surgieron con éxito en España con Podemos, pero por desgracia, mucha de la esencia de ese discurso se ha diluido ante las últimas citas electorales. Al no tener esa presión electoral inminente, Corbyn puede y debe desarrollar estas ideas en los futuros cinco años.

Deberá recuperar el voto de la clase trabajadora que ha desistido de votar en los últimos años. Dónde hoy hay un 82% de abstencionismo en las zonas deprimidas de Manchester, en 2020 debe haber un 82% de participación. Quién ayer votó por el SNP o el Partido Verde porque representaba el voto anti-austeridad, debe votar en 2020 al Partido Laborista para hacerlo efectivo. El inglés de clase trabajadora blanca (Owen Jones dixit) que vota al UKIP porque piensa que el problema es el inmigrante, debe votar Partido Laborista cuando entienda que el problema es la austeridad.

Sin embargo, Corbyn se equivocaría si su único objetivo fuese ‘recuperar’ votos. Debe construir una estructura social que vaya más allá del mero cálculo electoral. Para ello, deberá involucrar a la población y a todos sus actores. Corbyn puede fijarse en Escocia, dónde el SNP perdió el referéndum de independencia y después triplicó su número de afiliados para luego arrasar en las elecciones. Sin embargo, el número de afiliados es solo uno de los muchos factores que permiten ver el grado de una involucración de una sociedad. Para que sea máximo, los demonizados sindicatos deben modernizarse, con estructuras acordes a la sociedad del Siglo XXI, volviendo a ganar peso y siendo agentes de cambio en el Reino Unido. El Partido Laborista debe plantearse la creación de asambleas, algo que fue fundamental en su creación, hacer uso de las nuevas tecnologías desarrollando la interacción digital, fomentar los grupos de apoyo universitarios para que sean las estructuras primarias que den voz a la juventud, etc. Toda una serie de medidas para recuperar no un electorado sino a un actor social: la ciudadanía.

La ilusión que ha despertado Corbyn durante su campaña y su primera semana como Secretario General son su primer aval: 400 000 personas le votaron en las primarias y miles están afiliándose al partido. “Primero te ignoran, después se ríen de ti, luego te atacan y entonces ganas” dijo Mahatma Gandhi. Ignorado durante años, blanco de burlas durante toda la campaña, ahora que Corbyn ha ganado, ya está en la tercera fase, la de los ataques. Quedan cinco años por delante, con un trabajo colosal en un terreno hostil dónde el éxito de Corbyn y de este (irónicamente) Nuevo Partido Laborista dependerá de su capacidad para construir una estructura social y dónde la interacción entre agentes políticos y sociales determinará las posibilidades de ganar las elecciones.